Estáis ante un pequeño rincón que trata de ser literario, aunque a día de hoy sea difícil trazar la línea entre la basura y la literatura, es vuestro el deber de juzgar

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Unha sobrecarga

Esto no es más que un ejercicio para practicar el uso de la palabra, así que para el que le aburra, que lea solo lo que le apetezca, pero es una buena forma de aprovechar un blog aprovechar un día de obsesiuón creativa, quién sabe, tal vez ningún otro día escriba nada aquí.



Son mesturas de arte e decepción,
cambios no universo
un todo de luz e calor,
na chuvia e no vento flúen
todos ese feitos que nos guían
e nos rematan de xeito avieso.


Para non acudir temendo á xente,
sairei e sairedes do mundo
como chegachedes,
entre o líquido e o quente,
en días de borrascas só quedan as ganas de saír,
sentir a auga, o vento, sentir frío
evolver ó fogar, quentarse,
atender ó vento e o seu asubío.


A chuvia nos une a todos, como átomos de
consciencia
que descenden entre deus e
a súa inimiga ciencia.
Tal vez ambos nosos dogmas
humanos, malsano,
cargados de vil ignorancia
e das rosas un aroma.



Ojalá supiese escribir poesía, pero es liberador.

Pensando en la naturaleza

La niebla se filtraba entre los árboles cuando llegue al pequeño claro. No parecía un día especial, todo lo contrario, en esa zona del rural gallego siempre hay niebla. Llevaba ya más de dos semanas conduciendo, y la forma en la que estiraba la piernas fue una de las experiencias más agradables en varios días. Aunque no lo parezca, un viaje solitario por carretera es muy instructivo. Me senté en la roca nocturna del claro. Negrura y verde fusionados en un cuadro impresionista de luces y sombras interrelacionadas.

Como si me hubiese visto inmerso en un flashback, estaba sentado en el bar en el que me había parado en mitad del viaje, ese mismo día, poco antes del anochecer. No era un bar distinto a cualquier otro, menos en un bar de carretera, una mesa de billar y no muchas personas comiendo hambuerguesas con ganas de llegar a su destino. Podría sentirme como en la ruta 66 yanky, a la gallega.

Fue entonces cuando caí en la cuenta de que había una pareja justo a mi lado. Estaban discutiendo. Era mucho más fácil interpretar sus palabras desde la tranquilidad acongojante del bosque envuelto en sombras. Palabras vacías, verbas de desconsuelo por parte de ella. Hablaban de un tal Roberto, alguien que al parecer resultaba demasiado íntimo para la joven de cabellos de rosa negra. Para su acompañante no era soportable el evento pasado, y con sus ojos azules reflexionaba, observando fijamente a la que le había traicionado.

Resulta mucho más sencillo darse cuenta de lo efímera que es la vida, lo absurdas que son muchas de nuestras preocupaciones, cuando las ves desde una perspectiva externa y piensas sobre ello en la calma y el fresco primaveral de un bosque. La conversación se alargó casi un centenar de páginas del libro que tenía entre mis manos. La selección de poemas de Byron me subygaba, pero pese a todo no podía dejar de escuchar las palabras, las promesas de la morena.

Promesas inútiles, promesas que no pensaba cumplir, o que aunque tuviese la intención de hacerlo, no cumpliría. Vacuos pensamientos, quién no prometió en vano?, quién no estuvo en una situación que no pudiese controlar? Todos.

Pensé entonces en mi vida de funcionario, qué es mejor? No había vivido, no hasta el momento en que cogí mi Lancia y me lancé a la carretera, sería eso peor que vvir sin ser conscientes de lo que hacemos? Tal vez...la inconsciencia del vividor, el libertinaje del autoengañado, dfícil de asimilar. Las lágrimas acompañaron la belleza del lord inglés, y sus versos acompañaron las duras palabras del traicionado. No fue sino una harmonía de sufrimientos y bella paradoja, querer alque no supiste querer, abandonar a la última a la que querrías abandonar. Qué irracional es el ser humano! Ya era tiempo, ya debía volver al coche, la mejor cama para un día de monte y luna de argenta. Belleza.

Do onírico

Disculpad aquellos que no comprendáis el gallego, el bilingüismo puede resultar molesto en ocasiones.


Brétemas en Santiago,
o monte de Deus agarda
a chegada dun sinal aciago
non entendo o por qué
da salvaguarda
humana.

Para falar de nada están os soños,
soños de montes sacros
e soños de mortos
en vida, en sartegos,
coa apatía coma un cancro.

Pero é no mundo durmidos,
cando con máis forza somos
ese seres que se sinten espidos,
humanos impotentes,
polas nosas esperanzas, subconscientemente vencidos.

Queda un mañá, en cambio,
espertar e ser,
para nós e para todos
o que nos queren a diario,
o que en soños
quixemos anhelar e parecer.

Parade os sons de asfalto,
alonxade as luces
que sofocan miradas de cobalto,
entre orxías de estupidez
ti e máis eu non soubemos ser.

Canto a la desesperanza

La extrañeza crepuscular del paisaje me acompañó en mi ruina. El camino soturno por el bosque hacia mi redención. De joven habría fantaseado con el Frente Fiduciario si me contasen la compleja trama en la que me había visto envuelto. Pero como el animal de guerras que es el hombre había perdido la alegría y me había metido en una mísera batalla corporativa. Como lobos para hombres ellos me destrozaron, y ahora camino por este bosque cargado de polifonías y extrañezas crepusculares hacia mi muerte.

No importa mi existencia, me da igual estar vivo que muerto, solo deseo la muerte de los que me arruinaron, y no valgo para obseso ni para asesino. Lamentable final de impotencia, no le puedo hacer nada. Es como el cordero al matadero, siendo él mismo el pportador del arma que le convertirá en finado. No sé, no sé, no sé. Se fue la luz y el Sol es como opaco y translucido a la vez, no puedo evitarlo.

La caminata requiere más habilidad de lo que nunca imaginara. Es difícil esquivar las piedras y seguir el angosto camino entre árboles cuando lo único que eres capaz de seguir es al odio hacia ti mismo, tu guía.

Verde, color de la esperanza, y los árboles se muestran amarillentos, castaños, con su hoja caduca acercándose al requiescat in pace. Pero ya vislumbro mi objetivo, desde que dejara el barco no pensé en nada más, en todo. El agujero del infierno, no le llaman así en vano, parece una puerta vertical al reino del Hades, y hacia allí me dirijo, mis pasos no son vacilantes, no lo son en absoluto.

El Sol baña el túnel, pero yo solo consigo apreciar las sombras qu por su causa se generan. La génesis de Thánatos, el fin del patetismo. No está vacío el lugar, y lo siento de veras, lo siento mucho por las familias que alcanzarán a ver lo que estoy a punto de hacer.

Hay un niño, me mira fijamente a los ojos y me devuelve con su inocencia a épocas felices, ahora melancolía pura. Espero que desvía la mirada, e incluso rezo a un Dios en el que no creo por ello.

Levanto una pierna y atraveso la valla que me separa de mi destino, ante la atónita mirada de todos los presentes, ninguno reacciona. Oh joven Werther, ojalá la muerte me sobreviniese por las mismas pasiones que a vos, pero es la ruin codicia la que a mi me venció la suerte, la que irremediablemente me ha conducido a la muerte. Solo queda un paso, y después, sentir que vuelo hacia el Hades...