Estáis ante un pequeño rincón que trata de ser literario, aunque a día de hoy sea difícil trazar la línea entre la basura y la literatura, es vuestro el deber de juzgar

domingo, 25 de diciembre de 2011

Se despide el pensamiento

Desconfiado se levanta el ateo,
hurgando entre tedio
alza la copa de otro tiempo,
brinda por el sueño en el que vive.
La autoestima de la cima
le blinda,
pero no sabe de qué habla,
labios que se mueven sin consciencia
rotan estertores de magma.
Pero la cima escapa,
viene el Averno del fracaso,
fracasa el ateo por dogma,
creyente de ciencia y éxito
se persignó en Darwin,
en Chomsky encontró un Mesías
y muere al tirar su vida.
Qué es la fe, qué es libre,
no sabe ni quiere
porque es mentirse ajustar
pensamientos al filo
de su verdad.
Así que a cada paso sufre,
ya no es Sartre el Dios
de un mundo existencial,
ya no es el adolescente
de cuarenta que vivía,
refulgía incandescente.
Brotes de esquizofrenia
como placer y ya no es cuerdo,
grita en soledad y calla
en compañía,
no sabe por qué pero
no quiere a la palabra.
Se confunde entre sinestesia
cultural, vida y muerte,
amor, odio e indiferencia,
y es lo mismo sin brújula,
qué fue de la búsqueda,
qué fue del camino en pos
de la impostura.
Ya no es poeta en mente ajena,
ya no es ente suyo inteligente,
olvida a ritmo trepidante
y se cree demente,
la cordura de la calma escapó
como huyó Brujas de la bruma,
suena otro estertor.
Grita de nuevo, hiere al cielo,
las estrellas olvidan el sufrimiento
de quien no sabe,
pero piensa con gran celo,
el intelectual se siente en Marte.
Ateo sigue siendo,
pero no sabe de qué,
cazado por la desidia,
parece solución
la inactividad pasiva.
Pagar el precio por pensar
fue su deseo,
pero nunca se planteó
que el precio fuese no entender,
sentir la grandeza de mil vidas
y no entrar en ninguna.
La soledad de encontrarse
con uno mismo,
la soledad de no tener
quien te conozca como eres,
de nuevo, intelectual,
esto no es París
y por suerte no es mayo,
al menos así la esperanza
no será vana,
no sufrirás el golpe
de la causa muerta,
mejor no conocer la semilla
que verte obligado
a cerrarle la puerta.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Mundo de hoy

El día que apareció el volcán amaneció como cualquier otro, la mañana sorprendió a jóvenes retozando o disfrutando de los últimos retazos de las drogas que habían consumido durante la noche. Sorprendió llegando tarde al trabajo a los desafortunados que formaban parte de la mayoría trabajadora de Argenta. Y no llamó la atención de aquellos que para su fortuna aún dormían, para los que disfrutaban del placer ignorante que es el sueño.
Un hombre llegó a su puesto de trabajo e ignoraba lo que ocurría en la ciudad, todo el mundo estaba agitado, en la oficina nadie comprendía el por qué de su rostro tranquilo, un volcán había aparecido al fin y al cabo. No tenían en cuenta que la noche anterior había mantenido relaciones sexuales por primera vez en un año, y no podía pensar en otra cosa, al ritmo de la música más feliz que encontró se dirigió al trabajo e ignoró al mundo.
La mujer que se había acostado con él volvía a casa avergonzada tras haber bebido demasiado la noche anterior, y horrorizada descubrió que no solo se había acostado con un hombre al que despreciaba, sino que además un volcán había hecho su aparición en el parque de los Castros, nadie sabía lo que ocurría.
Apenas la noticia llegó a oídos de uno de los miembros del Inquisidor de Argenta, los dientes de los principales mandatarios del diario se pusieron tan largos que también los de los ortodoncistas lo hicieron, y a la catástrofe volcánica se sumó entonces una de proporciones antológicas, los encargados de arreglarles los dientes a los mandamases del principal diario de Argenta no pudieron hacerlo debido a que antes debían arreglar los suyos, y por una cuestión de avaricia la noticia no pudo ser publicada a tiempo.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Callejones

Te busco, la sombra de cada tarta es tu mano en mi mejilla,
encontré tantos rostros de anfetaminas y no apareces
aunque me reprenda por mi falta de tenacidad,
casi consigo darme cuenta de que eres más sueño que verdad
y aún así cada día salgo a la calle buscando esa magia, tu magia.
Un gesto como imitación de la pasión y era tuyo,
ahora busco en callejones que solo son piedra y frío,
pero la esperanza de encontrar tu silueta de ángel, efímera, traslúcida
entre líneas claras de aburrimiento y monotonía.
Escribí versos que hablaban de la búsqueda y morí con ellos,
entre el barro de esas calles turbias sin ti
había hombres que miraban sus relojes y también te buscaban,
celoso de desconocidos que no te conocen alcancé el nirvana,
tal vez nunca te fuiste y te encontré,
serás el recuerdo de un día de lluvia que mojó mi esencia
de escabeche, tan agrio, ya pasado entre boulevares y tráfico.
Te perdí, te busco y no te encuentro,
si supiese en que callejón te escondes podría saber
que eres, que no estoy loco y, tal vez,
pueda levantarme del barro que revuelvo
con rabia.

lunes, 22 de agosto de 2011

Desconocidos

Las lecciones que aprendieron entre el barro ya no son nada, son desconocidos, amantes, y se observan con calma entre las brumas de la ciudad de las sombras, un Santiago crepuscular que acoge las miradas furtivas de los que quieren rozarse y no pueden.

Ella camina agarrada del brazo de su hombre, del ser violento y posesivo al que en un error motivado por sabe Dios qué se unió. El tacto de su mano es áspero, la presa que ejerce sobre su cutis, fuerte, y ella quiere escapar pero no puede.

Esa es la coyuntura, y el semáforo no se pone en verde, al otro lado está ese desconocido que la mira a los ojos, y que parece leer más allá de la razón, que la mira con pesar, y con desprecio al que la envuelve en su jaula. Es una mirada que la transporta a un lugar indefinido, pero más agradable que las calles que envuelve el Sol descendiendo sobre Galicia.

Comienza a caminar ese chico, con la vista puesta en sus ojos, antes de que la luz verde se encienda, un coche casi lo atropella, pero él ni se fija, solo sigue caminando, y cuando el que la acompaña hace caso a la señal luminosa y ella también comienza a andar, intenta pasar todo lo cerca que puede al brazo de su desconocido amante, del confesor que con un guiño hace brillar el crepúsculo.

Se rozan, como si todo fuese un accidente, y nota ella como tiembla el brazo que la acaricia por solo un instante, es el temblor de los que podrían haberse hecho felices, pero solo tuvieron unos segundos para recordarse hast que, tal vez, el destino o la diosa Fortuna haga que se encuentren de nuevo, tal vez sin la esclavitud que conformismo, convención, tienden sobre los que las respetan.

Cuando mira atrás, él ya cruzó una esquina, pero sabe que a través de los muros, la está observando, pensando en ella hasta que el tiempo o el azar conviertan eseencuentro vacío en polvo o vida.

viernes, 22 de julio de 2011

Adiós, París, volveré

Anochece en los Elíseos,
descansa Montmartre de su sueño,
lienzo y bohemia duermen
entre la virtud, artista, y el infecto.

Arrabal de artes y de estafas,
París es sino de muchos
y realidad de elegidos con alas.

Volar en la mente, la pluma,
una ciudad que ofrece y roba,
para ti el ambiente, el arte, su cuna,
para ella tu alma, infiel en su alcoba.

Salir es morir, Ryanair, verdugo,
cuando dejas las luces, las sombras,
la vida parece arrimarse al cajón
de quien por no querer, ni asoma.

Clases de canto en la ópera,
aprovechar las calles, boulevares,
tarea difícil para el rapsoda
que es extranjero fuera de los bares.

La absenta, prohibida, la esencia,
agoniza, pero el sentimiento como
en Pizarro, está en las venas
y no en las calles de piedra y barro.

Este es el mundo de versos
que desde Toulousse a Ernest bebieron,
las imágenes que subyugan
mentes, almas, y también cuerpos.

De ti me despido, ciudad del amor,
ciudad de luces y arte, me despido,
espero que recuerdes mi promesa,
tarde o temprano, serás mi último destino.




Y una propina improvisada, fruto de la empatía que Murakami despierta en su blues tokyota.

En la eternidad

Somos seres de piedra,
corazones que acechan,
somos vidas perdidas
el mañana me inquieta.

Qué será del loco
que perdió al mundo
entre vidrio y licor,
y el mundo que hará
sin que nadie pierda,
la derrota de mi rumbo.

Nos mentimos por piedad,
y cuando hablamos, sin quererlo,
nos es imposible decir la verdad.

Autoengaños para todos,
cerdos, cándidos, mujeres y niñas,
clases de personas acabadas
entre humo, muertes y elegías.

jueves, 21 de julio de 2011

Muerte

Me sumí en la muerte y su metafórica enemistad,
para ver surgir el brillo de la existencia,
sustituyendo con lirios el bello azahar
nunca vida sin muerte tendrá consistencia.

Los años son breves entre eternidades,
pero quién quiere una vida infinita,
sin lo efímero de las vanidades,
es el fin lo que la convierte en vida.

Sería sino cúmulo de horas, días,
que vuelan y escapan sin nada,
la importancia es cosa finita,
por eso ya repudié lo que nunca acaba.

Así que vive, morirás mañana,
si hoy es el último
que mi cuerpo arda.

Y por El mismo Apolo,
mi alma, ya
no es adorno.

martes, 19 de julio de 2011

Rojo en la luciérnaga. 4ª

10:00 Domingo
La primera reacción del hombre que se encontraba delante de mí fue un gesto de absoluto cansancio y tedio, los ojos entrecerrados como si acabase de despertarse y estuviese sufriendo una tortura al tener que ver la luz del día. Pero no iba a permitir que la lastima por haber interrumpido su sueño me privase de conseguir la información que necesitaba.
-Disculpe las molestias, pero usted estaba anteayer en La Góndola, ¿verdad?
A medida que iba avanzando en mis palabras, su rostro se torcía en una mueca desagradable, parecía que no quería vivir ese momento, y en cuanto terminé de hablar, con un movimiento brusco, intentó cerrar la puerta en mis narices. Por desgracia para él, mis nervios estaban de punta, y los reflejos de un hombre somnoliento y los de uno que está en constante tensión no son los mismos.
-Quieto, solo quiero hablar-exclamé mientras empujaba la puerta con el hombro y me lanzaba dentro de la habitación.
El hombre, Lao-Tse o como se llamase, miró dentro de la habitación en busca de algo, saltó rápido sobre su cama y trató de alcanzar el flexo que se encontraba sobre la mesilla de noche. Esfuerzo inútil, en cuanto leí sus intenciones, me arrojé como si llevase jugando al fútbol americano toda la vida. Aplasté su cara contra el colchón y le repetí que solo quería hablar, nada más, mis intenciones eran buenas y lo único que necesitaba era la cooperación de un estúpido como él.
Tal vez perdí un poco los nervios.
-Vale, vale, lo siento-tenía un acento peculiar, pero no parecía asiático, era más bien cercano a algún país de Europa del este.
Aflojé un poco mi presa y deje que se sentase sobre la cama, agarrando sus brazos en la espalda, incapacitándole para cualquier movimiento que pudiese complicarme las cosas. No podía permitir que escapase, y aunque ahora me da algo de vergüenza admitirlo, estaba tan furioso que deseaba hacerle daño a alguien.
-Ahora me vas a explicar por qué nos vigilabas, me vas a explicar lo que sabes sobre el asesinato de mi padre.
En ese momento dio un respingo, la sorpresa por lo que acababa de decir fue grande.
-¿Asesinato?, no sé nada de un asesinato, por favor no me hagas daño-en cuanto asesinato apareció en la conversación, sus nervios se fueron totalmente al limbo, y quedó un gimoteante hombre que se arrastraba entre las sábanas suplicando que no le hiciese daño.
-No te voy a hacer daño, solo dime por qué nos observabas.
Le solté, pensando que probablemente fuese inofensivo, y en cuanto vio la oportunidad, se lanzó sobre mi, intentando derribarme. Me desestabilizó y casi me hizo caer, pero en el momento mismo en que recobré mi equilibrio, teniendo agarrado al hombre por la nuca justo delante de mí, agarré mi ejemplar de Las flores del mal y le golpeé en la cabeza con todas mis fuerzas.
Definitivamente, este asunto me está volviendo loco, pero se lo merecía, intentaba escapar cuando podría revelarme datos sobre un negocio importante, sobre un asunto que había llevado a un lugarteniente de la Guardia Civil a morir de una forma inusitadamente cruel.
En cuanto recibió el impacto de dejó caer al suelo, boca abajo. Le di la vuelta con el pie, con desprecio, y volví a ordenarle que comenzase a revelar toda la información de la que disponía, pero en este caso añadí que las cosas, de no colaborar, se iban a poner muy feas.
-Vale, vale, no sé casi nada, lo juro-miraba hacia mí d reojo, estaba realmente aterrorizado, parecía que las lágrimas estaban a punto de saltar en todo momento de sus ojos-, estaba esperando en la puerta del local, antes de entrar, quería fumar un cigarro al aire libre antes de encerrarme, y entonces vi a ese hombre hablar con otro, entre las sombras, parecían no querer que nadie les escuchase.
-¿Cómo era el otro hombre? ¿Dijo su nombre?-estaba impaciente.
-No, no lo dijo, de verdad, pero era alto, muy alto, con el pelo rubio y largo, apenas le veía la cara porque la noche era muy oscura y ellos estaba muy bien escondidos.
-De acuerdo, y qué fue lo que escuchaste, dímelo.
-Escuché que la entrega se iba a realizar en lo alto del mirador, como siempre, escuché que sería ayer donde Robinson Crusoe encontraría su tesoro. Sé que suena absurdo, pero me pareció muy divertido, muy emocionante, es por eso que después espiaba los movimientos del hombre en La Góndola.
-Más te vale decirme todo lo que sabes-mientras pronunciaba estas palabras, le amenacé con el libro.
-Vale, vale, dijeron que el martes habría otro envío, y ahí pareció que el hombre bajo, el que murió, se enfadaba y decía que no sería prudente volver a actuar tan rápido.
Y ahí estaba un probable móvil de asesinato, ahí estaba lo que podía dar nuevo aire a mi búsqueda de información. Salí rápido de la habitación con una disculpa por bandera. Eran daños colaterales, me había pasado, pero las circunstancias así lo requería. Maldita sea, lo cierto es que me siento culpable. Me siento culpable, y siento que necesito hablar con alguien, Andrea sigue desaparecida, no tengo forma de localizar a ningún familiar suyo, su móvil está totalmente inactivo...
-¿Aurora?-le dije, en cuanto ella respondió al teléfono.
-Dime.
-Creo que voy a necesitar tu ayuda, podrías verme esta noche y te explico algo que debo hacer para esclarecer las circunstancias de la muerte de mi padre.
-Pásate a la salida del trabajo, ya hablaremos-parecía nerviosa.
-Así lo haré, gracias, y si después de que te lo explique no quieres participar de ello, lo entenderé.
Colgamos sin decirnos nada más, tal vez no estaba preparada para que le pidiese ayuda en un caso así, tal vez estoy exigiendo demasiado a alguien que en realidad no podría hacer nada mejor que mantenerse al margen y no salir salpicada de los acontecimientos que están teniendo lugar en estpos días salidos del infierno.
Da igual, da igual, lo único cierto, es que esta noche podremos inspeccionar el lugar al que Robinson Crusoe debe ir en busca de su tesoro, lo cierto es que en pocas horas, tal vez la identidad del asesino haya salido a la luz...en conjunto con la certeza de que mi padre participaba en una operación de tráfico de drogas. Ojalá todo se aclare, y para bien, tengo que recordar...

domingo, 17 de julio de 2011

El juego es poesía

Muerte de Epicuro

Sube el nivel del hedonista,
como griego y clásico se muestra,
cita el esplendor de estética,
ya no es real lo que fue su apuesta.
El placer se escurre, arena fina,
las hojas de Epicuro caen muertas,
para el ludópata no puede haber artistas,
para el vividor, un fracaso, una muesca.
De nuevo te sientes frío,
no sientes cáñamo, no sientes abrigo,
grave error confundir carpe diem
con la ebriedad que te da cobijo.
Siente el joven que vence al tiempo,
con una cápsula la noche pasa
pero esa cápsula, no es un juego.
Es triste vivir entre drogas
cuando el mundo es rico,
es triste recorrer el mundo
sin que las drogas tengan su sitio.
El equilibrio el objetivo,
el goce, utopía esclava de todos,
porque si aún eres niño,
por qué escapa la inocencia
de tu entorno.
Así, que te guíe Horacio, tal vez sepa,
sabio, en qué punto del placer
está lo feliz, y cual es el camino
que te acercará a sucumbir.


Urbe, te convoco

Frialdad de urbe, te convoco,
ven con los hijos de tu seno,
para ti ya es otoño
y  tu vida termina en invierno.

Como dijera el viejo loco,
el cemento que acogió estallará,
en una simbiosis de ruido
y esperanza: vida, nada más.

Nos dejaste, urbe, durmiendo,
entre ídolos que por no ser
de barro,
son de acero.

El dios Bonaparte, adalid burgués,
y sus hijos, que sin dudarlo
proclaman el ideal apático
y del revés.

Si eres, urbe, noble y moderna,
sé virtuosa y contemporánea, compensa
lo arcaico de la mente humana,
comienza la lucha sin cuartel
contra los errores que atenazan.

¡Tus días no son claros!, y ya llegas,
convocada, la polución que creaste
nos obnubiló, y perdidos entre asfalto,
nos movemos por rencor.

Pero este es el final, urbe,
pon fin a esta mentira, revela la verdad,
que el hormigón es casa y no filosofía,
nada más.

lunes, 4 de julio de 2011

Rojo en la luciérnaga. 3ª

09:00 Domingo
Apenas he dormido esta noche, y aunque no estoy fresco no tengo sueño, es como si una ansiedad, una urgencia extraordinarias, se hubiesen apoderado de mí. Andrea, sin señales. Y quería ir a ese motel temprano, no se me puede escapar el hombre de rasgos asiáticos, y en caso de que se hospede allí, debo ir temprano y cogerlo cuando no se lo espere.
A modo de acto simbólico, y sabiendo lo que leía anteayer, cogí antes de salir de casa una copia de Las flores del mal con tapa dura y letra grande, un objeto contundente que podría resultarme de gran utilidad, como excusa y como defensa. Si se trataba de un simple turista, podría argumentar que lo había visto leyendo, y que como no conozco a muchos conocedores de la poesía simbolista, deseaba debatir con él, si no suponía molestias, claro.
Monté en el coche y puse rumbo hacia Carnota, antes me acerqué por el portal de Andrea, y pude contemplar acercando la cara al cristal que su buzón no había sido vaciado. No me había parado a pensar en ello, pero me resulta extraño no tener llaves de su casa, nuestra relación es muy seria, llevamos mucho tiempo juntos, pero ni vivimos juntos ni nunca nos planteamos hacerlo. En estoos momentos no sé lo que le puede haber ocurrido, y no imagino cómo soportar que le pueda haber pasado algo, tal vez por mi culpa, por mi relación con el crimen...Si esa sonrisa suya desaparece por mi culpa, no seré capaz de perdonármelo.
La carretera está muy despejada, domingo por la mañana, supongo que es suficiente explicación. No me lleva ni media hora acercarme hasta Carnota, y la figura del motel se alza imponente. Aunque tenía todo muy claro cuando salí de casa, a medida que se acerca el momento de preguntar por mi sospechoso, la idea me va pareciendo más y más absurda, solo se trata de un hombre que leía cerca de mi padre y de mí en un bar de la costa coruñesa.
El aparcamiento estaba bastante vacío, apenas cuatro o cinco coches de baja gama lo ocupaban, y decido aparcarlo en la esquina más apartada de la puerta, ya que no me gustaría que nadie pudiese reconocer mi vehículo, localizarme, tengo que andar con pies de plomo.
La recepción del motel es aséptica, nada destacable, muebles funcionales, y un hombre de mediana edad regentándola con cara de profundo tedio, una televisión escondida tras el mostrador para ayudarle a pasar las horas muertas, que no debían ser pocas. Cuando me vio entrar reaccionó, cambió la cara, como si acabase de despertar de un largo sueño, y sonrío en un esfuerzo casi inhumano, torciéndosele la sonrisa en el mismo momento en que le dije que debía preguntarle por uno de sus inquilinos.
-No recuerdo su nombre, ya que no hemos tenido mucho contacto, hemos quedado aquí para debatir sobre un autor francés, tal vez le haya visto ir y venir con un libro como este en la mano-le enseñé mi copia.
-Lo siento, pero no puedo decirle nada, dar información sobre los clientes está prohibido, así que lo mejor será que contacte con él y le pregunte el número de habitación en el que se aloja.
-Lo haría, pero nos comunicamos por carta y bajo pseudónimo, es una forma de darle más encanto al debate literario.
Intenté por todos los medios que no se notase mi nerviosismo, pero supongo que estaba lo suficientemente acostumbrado a ese tipo de situaciones, en que alguien buscaba a uno de sus inquilinos, como para darse cuenta de mi situación. Cambia posible asesino por posible cónyuge infiel, y será el pan de cada día para un hombre como él. Fue entonces cuando se me ocurrió una idea.
-Puede que esté registrado a nombre de Charles Baudelaire-era solo una teoría, pero como mínimo, tendría que abrir el registro, y con un poco de suerte podría saber qué habitaciones estaban ocupadas en ese momento.
-Lo comprobaré, si se equivoca, le ruego deje de molestarme y se marche, tal vez pueda concertar una cita con ese hombre en otro momento, tal vez se haya equivocado y ni se aloje aquí-no tenía el hombre ninguna intención de dejarme pasar.
En cuanto sacó el registró pude comprobar que apenas había una decena de habitaciones ocupadas en ese momento. Es difícil describir lo que sentí al descubrir que una de ellas estaba reservada bajo un nombre que me resultó reconocible, Lao-Tse. Apenas pude reprimir la carcajada ante la xenofobia de la que hacía gala el mundo. Un hombre de rasgos ligeramente achinados puede utilizar con credibilidad el nombre de un filósofo chino de la antigüedad, sorprendente.
-Lo siento, pero me temo que no tenemos ningún Charles Baudelaire alojado aquí en este momento-suspiró con suficiencia, como si se conformase lo que llevaba tiempo advirtiéndome-, por cierto, ese nombre, ¿de qué me suena? Es el guionista de esa peli de Jim Carrey, Olvídate de mí, ¿verdad?
-Creo que sí-respondí, deseando salir de allí cuanto antes-, ha sido un placer, muchas gracias por todo.
Tenía su número de habitación y sabía que la llave no estaba en recepción, con lo que lo más probable era que estuviese con él, en la habitación, tal vez descansando las últimas horas antes de emprender la huida y no volver a dar noticias después de haber asesinado a un lugarteniente de la Guardia Civil.
La puerta de su habitación estaba por la parte de atrás del motel, la privacidad, asegurada, pasé agachado por debajo de la ventana, cualquier riesgo que pudiese evitar sería mejor. Cuando llamé a la puerta, el corazón me latía a una velocidad de vértigo, no sabía lo que podría encontrarme. Con el libro en la mano, esperé agachado para que no me pudiese ver por la mirilla, y en cuanto escuché movimiento, y el crujido de la puerta al abrirse me enderecé y esperé a que esa cabeza rapada, esos rasgos asiáticos, aparecieran.

viernes, 1 de julio de 2011

Rojo en la luciérnaga. 2ª.

2:00 Domingo
Son las 6 de la madrugada, y aunque acabo de llegar a casa y estoy metido en cama, creo que no podré pegar ojo. Las cosas empiezan a retorcerse, Andrea no aparece, tiene el móvil apagado, y mi conversación con Aurora solo...me preocupa. Hay muchas cosas que no encajan, aunque lo mejor es que intente registrar las cosas tal y como ocurrieron, tengo que intentar que este diario no se convierta en un muro de las lamentaciones, solo debo registrar datos, ya que empiezo a temer que, si profundizo en los hechos de la noche de ayer, esto pasen de ser las notas de una investigación a la memoria de mis últimas horas de vida. Pero no puedo parar, en este momento, se trata ya de un asunto vital.
Mi padre, Francisco, fue hallado colgando del faro, y según parece llevaba encima, aparte de un teléfono mojado del que la policía trata de recuperar el registro de llamadas, un paquete con más de un kg de cocaína. Parece que se trata de un asunto de drogas, o al menos es lo que trataban de investigar los agentes en La Góndola.
Después de ducharme y echar una cabezada, me dirigí a O Ézaro con el objetivo de informarme y tratar de descubrir lo que la camarera sabía. No me hizo falta esperar mucho en el aparcamiento del pub hasta que Aurora salió, y en cuanto vio que me bajaba del coche se acercó a mí con cara de circunstancias.
-Creo que deberíamos hablar-dijo.
La invité a dar un paseo por la playa mientras me contaba lo que sabía, ya que allí estaríamos solos y tranquilos, sin oídos espías que pudiesen enterarse de datos que no deben conocer. Ella aceptó encantada, parecía nerviosa, como si algo en todo ese asunto estuviese fuera de control. No me había fijado antes en su aspecto, y la verdad es que es de lo más agradable. Tiene el pelo corto, moreno, los rasgos muy dulces, es como una niña, pero sus ojos no muestran inocencia o candidez, sino preocupación, nerviosismo entre el azul de los iris, entre el negro de las pupilas.
Lo primero que le pregunté es si recordaba haberme visto allí el día anterior, con mi padre, a lo que respondió que si, que evidentemente recordaba haberme visto, sino se habría negado a hablar conmigo. Definitivamente, me encuentro entre los sospechosos. Pero según le dijeron el hombre y la mujer que llevaban la investigación, no existen pruebas que puedan ayudar a condenarme, solo indicios.
-Así que os dieron información sobre la investigación-pregunté.
Ella me explicó exactamente los datos que les habían facilitado, mi padre había muerto probablemente a las 6 de la madrugada del día anterior, lo que le daba un margen de tiempo enorme para actuar después de haberse separado de mí. Le habían enseñado una fotografía del cadáver, a ella y a toda la plantilla de La Góndola, y según me contó, a diferencia de lo que en un principio habían creído, no estaba enganchado a cierta altura del faro, había sido arrojado desde la parte más alta, atado su cuello con un hilo de acero muy fino, muy difícil de ver en primera instancia, pero que cuando llevaron a cabo un registro del lugar se mostró claramente.
La causa de la muerte, mi padre se rompió el cuello en la caída, y al estar sujeto por un hilo fino, se había cortado el cuello, con lo que la escena, al parecer, era sangrienta. Dante estaría orgulloso, y para las fuerzas del orden es evidente que la muerte de Francisco no es sino una señal de aviso para alguien. Es la forma de la muerte, el arma homicida, lo que los incita a dudar de mi culpabilidad, les parece que semejante grado de violencia y planificación no encaja con un hijo matando a su padre. Me entraron arcadas solo de pensar que alguien me creyese capaz de semejante crueldad.
-Supongo que si estás aquí, Aurora, es porque no crees que lo haya matado...pero lo cierto es que apenas recuerdo lo que hice anoche.
Entonces ella me explicó lo que había visto, mi padre y yo discutimos, según parece, yo le decía que no podía hacer algo así, menos en solitario, que necesitaba compañía, era una investigación importante. Apenas captó más de la conversación, mi confidente, pero interesada por lo acalorado de nuestra charla, se fijó en las reacciones de mi padre cuando yo fui al baño, y a parte de mirar constantemente a su alrededor, como si buscase a alguien entre la multitud, le pareció que hacía algo con mi copa.
Tal vez mi padre fuese el que provocó que mi noche esté tan borrosa, tal vez no quería hacerme partícipe de lo que ocurriría esa noche, tengo la esperanza de que fuese una forma de protegerme, no de esconderse de mí. Lo cierto es que, sea por esperanza o por lógica, empiezo a pensar que mi padre sabía que iba a morir anoche, y eso me hace sentir todavía más la necesidad de desvelar la auténtica historia de su fallecimiento.
-¿Hubo algún cliente al que mi padre observase con especial celo?-podría encontrar entre ellos a algún espía, a alguien que supiese más de lo que había ocurrido esa noche.
Por desgracia, Aurora apenas recordaba algunos rasgos de un hombre sospechoso sentado a pocas mesas de distancia de mi padre y de mí, un hombre que se escondía detrás de Las flores del mal de Baudelaire, y que sonreía para sí mismo con cada subida de tono en mi discusión con Fran. Ese hombre tenía el pelo rapado, sonrisa felina, los ojos ligeramente rasgados, tal vez signo de ascendencia oriental, o tal vez solo unos rasgos ligeramente fuera de lo común. Por si acaso, y ya que el hombre no parecía ser, ni mucho menos, un nativo de la zona, decidí que acudiría al motel de Carnota a preguntar por algún hombre con sus características. Es el lugar más discreto en el que alojarse por la zona, y eso le situaría un refugio a unos poco km del lugar en que fue hallado mi padre.
Mi mente empieza a funcionar mejor, siento que el dolor está aparcado en algún lugar, que no tengo derecho a sentirlo hasta que haya cumplido mi último favor a la memoria de mi padre, el favor de hacer saber al mundo cómo muere un miembro de las fuerzas del orden, tal vez el orgullo de saber que murió combatiendo algún tipo de crimen. Espero no equivocarme, espero que no fuese un negocio relacionado con la cocaína lo que lo mató.
Me despedí de Aurora con su número de teléfono anotado, con lágrimas en sus ojos y pugnando por salir de los míos, me conmovió su forma de sufrir por mi pérdida, y su promesa de ayudarme en la medida de lo posible me alegró, aunque con qué cara le pediré ayuda con algo tan serio cuando apenas nos conocemos...supongo que sus palabras eran de simple cortesía, supongo que en el fondo, aunque vivamos en un mundo hostil, podemos seguir teniendo esperanza en la empatía del género humano.
Adiós, mundo cruel, me temo que ya me vence el sueño, mañana será otro día, el día en que seguiré buscando a Andrea, comienzo a estar preocupado, es raro que no dé señales de vida, y aunque tal vez no atravesemos nuestro mejor momento, espero que esté bien. También espero, con todas mis fuerzas, encontrar a ese hombre de rasgos asiáticos, y más le vale contarme todo lo que sabe, o las cosas se van a poner muy serias.

martes, 28 de junio de 2011

Rojo en la luciérnaga. 1ª

La luciérnaga del cabo seguía brillando entre las sombras de la costa coruñesa. Carnota, ocupada por turistas de todos los rincones de España y Europa, se dormía con tranquilidad mientras la tragedia se cernía sobre la vida de un hombre, de una historia. Cuando llegó a mis oídos que el lugarteniente de la Guardia Civil, Francisco Suárez, había sido hallado muerto en el faro de Fisterra, no pude salir de mi asombro, ya que no me enteré por medio de la prensa o por algún conocido, sino por mediación de los que llevaban el caso. No se identificaron, tan solo me dijeron que necesitaban hacerme algunas preguntas con relación a las horas previas al asesinato de mi padre, lugarteniente de la Guardia Civil de Corcubión. Estas son solo algunas de las anotaciones del diario y ciertas cartas que pocos días después de su fallecimiento me permitieron esclarecer las circunstancias de su muerte, y también la identidad de su asesino.

10:00 Sábado
Escribo estas líneas varias horas después de que me diesen la noticia...mi padre, Francisco Suárez, ha muerto. Y no de una forma especialmente común. No quisieron darme demasiada información, esos hombres uniformados, pero a medida que me iban describiendo cómo había sido encontrado el cadáver de mi progenitor, supe que no podría dormir tranquilo en mucho tiempo. No fueron pocas las preguntas que me hicieron yo fui el último en ver con vida a papá, fui el último al que le pudo revelar información importante sobre lo que ocurrió aquella noche.
Que si se sentía perseguido, amenazado? Pues claro, peleaba contra los malos, y en más de una ocación había tenido que reducir a los cocainómanos y demás calaña de las noches de Fisterra, pero eso no significaba que alguno de esos maleantes de poca monta tuviesen el valor o los medios para acabar con un agente experimentado y que en ningún momento se propasara con ninguno de sus detenidos.
Pocas cosas encajaban en un principio, pero lo peor fue la explicación que ese moreno de piel de ojos oscuros me dio...
Lo encontraron en el faro, puta luciérnaga, el lugar que más llama la atención en decenas de km de costa, el lugar más condenadamente apartado, no sé lo que hacía allí, pero sí sé que no puede ser casualidad que apareciese colgado a cinco metros de altura, en un lugar inaccesible sin accesorios de escalada o una buena escalera. Según la policía, la teoría de la escalera no era posible. La noche del deceso, así fue como lo dijeron, una tormenta salvaje se apoderara de la zona.
Me cuesta recordarlo, algunas partes de la noche de ayer están borrosas, pero no recuerdo haber escuchado nada que hiciese pensar en una tormenta, tengo el sueño ligero, y es muy extraño que no me despertara. Cuando los dos agentes se fueron, me paré a pensar, y en realidad son muchas cosas de la noche de ayer las que me resultan confusas. Recuerdo haber ido al bar La Góndola con mi padre, está en O Ézaro.
Cada vez que nos reuníamos lo hacíamos allí...pienso en las muchas cosas de mi vida que me hubiese gustado que viera, tal vez incluso me habría gustado hacer que se sintiese orgulloso, dejar mis aspiraciones de convertirme en novelista y comenzar a hacer algo que no sea aprovecharme de mi pobre novia para sobrevivir. Un momento...eso me recuerda algo, creo que estuve con ella ayer por la noche...no recuerdo muy bien salir de La Góndola, pero apenas habíamos bebido, y me fui a Cee, a mi casa...no, a casa de Andrea, pero ella...no estaba, no, y tuve que conducir, aunque no recuerdo el camino a casa. Joder, si apenas bebí dos copas de Jameson, eso no tiene ningún sentido.
Tengo que ir a hablar con ella, tal vez se acuerde de verme, o tal vez pueda acercarme a La Góndola y ver lo que tienen que decirme sobre la noche de ayer. Por suerte no estoy entre los sospechosos de la Policía...aunque vi la tensión en sus rostros cuando reaccione tan tranquilamente al suceso...no me vieron afectado, tal vez aún no haya asimilado del todo lo que acaba de ocurrir. De lo que estoy seguro es de que, si algo de lo que ocurrió ayer por la noche puede ayudar a esclarecer lo que ocurrió, lo descubriré.

14:00 Sábado
En La Góndola apenas se acordaban de vernos la noche anterior, parece que nuestra estancia fue breve, pero que para el poco tiempo que pasamos allí, yo salí campaneando de una forma bastante exagerada, tal vez esté perdiendo fuerzas, aunque hay algo que me inquieta, esa camarera joven, esa tal Aurora, miraba a los lados con nerviosismo, como si supiese algo que no quería contar. Joder, me gustaría recordarla de ayer por la noche, pero me resulta imposible. Sé que el bar cierra a las 2 de la mañana los sábados, así que lo mejor que puedo hacer es, sin lugar a dudas, hacer tiempo hablando con Andrea, es mi novia, aunque no sea por averiguar algo, debería avisarla de...lo que ocurre.

18:00 Sábado
No está por ninguna parte. Ha desaparecido del mapa, pero por alguna extraña razón estoy convencido de que ayer estaba allí, estaba en mi noche...o tal vez fuesen solo delirios de borracho. Nunca con dos copas había perdido tanto la noción de las cosas, aunque también podría ser alguna especie de shock, en el fondo este diario me parece una depravación, estoy tomando notas cuando debería estar llorando la muerte de mi padre. Lo cierto es que me estoy poniendo bastante melancólico, recuerdo cuando éramos una familia, antes de que el cáncer decidiese que mi madre no era digna de vivir, cuando conocí a Andrea, y ya hace casi ocho años, el mayor problema que se planteaba en el horizonte era la posibilidad de que no les gustase a ellos.
Pero ahora estoy solo, ni siquiera mi chica, la que lleva ya tanto tiempo a mi lado, aparece en el día en que más la necesito, y no tengo fuerzas de lamar a nadie más, no se me ocurre, todo, todo va a ser extraño, ya sentí en el camino por Cee, cuando pasé por La Góndola, que todos me miraban de una forma algo extraña, no se si estoy paranoico o si ya conocen la noticia y lo que ocurre es que sienten lástima, el pobre chaval, casi treinta años, sin trabajo y sin familia, solo con la novia de la Universidad. Incluso a mí me parece una historia patética.
Cuando me dirigía a mi casa pasé por el bar, y me percaté de que el mismo coche que utilizaba la policía estaba allí, probablemente estarían llevando a cabo una investigación, y la reconstrucción de la noche anterior les llevará a percatarse de que soy...por lo menos, sospechoso. Tengo que darme prisa, o las cosas se pueden complicar. El primer paso es recordar, y para eso necesito que me ayuden a reconstruir todo lo que ocurrió. Para eso necesito que Aurora me ayude, que no fuesen falsas las señales que la convertían en una posible fuente. Menos mal que estudié Publicidad y Relaciones Públicas, tengo que saber caer bien a la gente, por necesidad. Me daré una ducha y echaré una cabezada, espero que las piezas encajen mejor a la salida de ese maldito pub, que pasó en La Góndola para que no me acuerde de casi nada después?

 si Melpómene ayuda
Continuará...

martes, 21 de junio de 2011

Deconstructivismo versicular

Casi sin aire vencimos
el yugo de nuestros antepasado,
seguimos sus normas y a cada paso,
avanzamos más en el camino hacia nuestro Hado.
Como si fuésemos los mártires de un tiempo largamente esperado,
seguimos avanzando por los tránsitos soeces de los que a la violencia ya rechazaron.


Juegos, gozos, claves de sol,
casos, jueces, bancos formol,
solo manipulaciones de versos,
rencor.

Decían, hacían, vencían, perdemos,
control, abstención, somos heteros,
la política uniforme hace mundos,
huiremos.

Iguales, infelices, todo y suburbios,
mentiras, reformas, somos uno,
huidizos de repugnancia,
poetas.

Más difícil será desandar un camino temeroso de rebeldías perdidas en la memoria,
recuperar libertades que como los clásicos, solo están en la historia,
somos la herencia de pueblos vencidos, sin gloria,
detritus, no somos más que escoria,
por eso queremos ser su fobia,
yugo, flecha, aorta.

viernes, 17 de junio de 2011

El amor esencial

Necesidades de esencia las del inmaduro,
son necesidades rubias y orgullosas
que no entenderían los incultos,
pues es con cultura como se manifiestan.
Demencia de seres descompuestos
por la vida de sus congéneres,
cordura entre labios perecederos,
contigo, mi ignorancia célebre.
Es el destino del precavido,
fuma, besa, ama, bebe,
ser destronado, vencido
por amantes, dementes.
Obsesión de sexo y psique,
no abandones la amada,
que este juego aún sigue,
hasta devastar tu alma.
Olvida el pasado, planea,
pues tu futuro es vano,
se perderá en la arena
sino luchas valiente, osado.

miércoles, 15 de junio de 2011

Huida de Andrómeda

La caligrafía de Andromeda es clara,
tiene por fundamento el texto de lo nuclear,
y como si su núcleo se fundiese
extermina planetas sin piedad.

Esa nebulosa de incógnitas meridianas
no es sino un signo del pesar,
pesar de milenios de humanos y
de siglos de tortura y vanidad.

Naves ejecutan coreografías ígneas
mientras los disparos resuenan, neutrón,
es la muestra de lo que te decimos, Universo,
nuestra especie y tu perdición.

Lo predijo un genio de replicantes
y una masa creyó a Orson Welles,
lo que no teníamos preparado,
el cielo se tornó beige.

Con la primera andanada una galaxia,
la segunda y dos estrellas más,
sobrevivirán las eras esos seres
que destruyen, difícil crear.

Nebulosas entre átomos desgajados
por noches de hombres furibundos,
si Jesucristo lo hubiese sabido
habría evitado venir a este mundo.

Su mensaje de revolución trastornada
lo hizo san Pablo represión, y desidia,
guiada la codicia es lo que no esperaba
un mesías que a nadie ama ni guía.

Estruendos coloridos de naves y ciclón,
son los ecos del derrumbe de esencia,
y solo tiene un fin esta nuestra guerra,
el fin del estallido en una niebla de demencia.

viernes, 10 de junio de 2011

Te quiero, mp3

(La escena se ilumina, es una calle cualquiera, a una hora cualquiera, gentes pasan y Alma y su amante se miran)


ALMA-Parecemos un chiste sacado de la chistera de un mendigo.
GABRIEL-Y pese a todo somos la más pura esencia de la vida, somos los bromistas del amor, aquellos de los que los trobadores del pasado hablaban en clave atemporal.
ALMA-Pero solo nos conocemos hoy, es hoy y nada más, después se acaba, qué más dará el mundo, qué más dará el tiempo.
GABRIEL-El tiempo es relativo, el tiempo y las vivencias que lo acompañan son lo que nos convirtieron en quienes somos, son quienes nos convirtieron en las personas que ahora mismo coinciden en un mundo de casualidades felices.
ALMA-Pero en cambio, pese a la perfección de haberte conocido en este momento en que eres un ideal del interés, en este momento de paz guerrillera, no evito que el corazón palpite en mi pecho con la furia de la pérdida, te gano y te pierdo a la vez, pese a la estética de la idea no es más que una dificultad para mi entendimiento, acaso no somos más que masocas en el mar de Cronos?
GABRIEL-Si lo supiese no te querría tanto, mi desconocida, porque al fin y al cabo lo que nos está convirtiendo en entes especiales, en sujetos de un experimento de vida y desamor, es lo que a la vez nos condena al sufrimiento, a vivir de verdades efímeras que se pierden en los ecos de ciudades sin nombre.
ALMA-Me gustaría poder vislumbrar con las yemas de mis dedos cada línea de tu piel, cada recta, cada curva de tu esencia, y que ahí se quedasen pegados, como la tinta a esos libros que tanto nos unen pero que solo nos cuentan mentiras, esa sería una tinta distinta, una tinta de realidades y en la que nos sentiríamos realizados los dos, yo con tu abdomen en mis yemas, tú con la promesa de la eternidad, el sueño de cualquiera de vosotros, varones superficiales de mierda.
GABRIEL-Si no me gustase tanto besarte te escucharía, sino me gustase tanto escucharte te besaría, pero no sé como aprovechar el escaso tiempo que tenemos, son solo segundos, y no muchos, tantos como minutos tiene la vida de una flor. Esos ojos tuyos de mujerme transportan a tierras baldías de sufrimiento, a tierras en las que el joven Werther no sabría lo que es el amor destructivo.
ALMA-Y en cambio, homo lupus homine, y el mundo girará mañana, con el ocaso de un sueño que solo dos personas estamos dispuestas a vivir, un recuerdo de ensueño que nos transportará a tierras en que los recuerdos no dirán nada, y que al final nos convertirán en lo que somos, el recuerdo de una experiencia, que ya antes de ser vivida era un recuerdo, una idea.
GABRIEL-Tú no eres una persona, eres el ideal de persona.
ALMA-Y es por eso que no volveremos a vernos, es por eso que si lo hiciesemos no sería ya este un momento perfecto, aunque lo parezca, si volvemos a vernos esto se convertiría en el prólogo de algo normal, y no en la idea perfecta de un momento perfecto.
GABRIEL-Cállate, ahora ya no quiero escucharte, quiero menos de ti, no te pido tu esencia, te pido tu cuerpo, es lo que me interesa.

(Se abrazan, se besan, se despiden sonriendo con amor. Cada uno empieza a caminar en una dirección, a un metro de distancia ponen expresiones sombrías y desenfundan sus reproductores de música, alejados por un metro y por miles de kilómetros  de pensamiento)

martes, 7 de junio de 2011

Época de exámenes

Son solo meses, tiempo,
un viaje interminable
al alma misma del tedio.

Con resignación y esfuerzo,
trabajando noche y día,
logrremos, amigos,
superar este infierno.

Entre campos y leyes,
lecciones y absurdos,
vuelan días, tiempo,
sabios de todos estos asuntos.

Soportando olores,
temas, rencores,
salidos del vientre del político
estos planes,
no son nada idílico.

lunes, 6 de junio de 2011

La opinión de un descreído

Es jodido pensar que tal vez no eres lo suficientemente bueno, es jodido darte cuenta que el camino que llevas recorriendo la mayor parte de tu vida no te conduce sino a una espiral de autocompasión y de conformismo. La apatía elevada al máximo exponente como sino para todos aquellos corderillos que se sienten asustados de desandar sus pasos.

Pero para reinventarse es necesario, para reinventarnos tenemos que ser conscientes de hasta donde hemos llegado, de qué es lo que nos rodea y de cómo combatirlo, no podemos simplemente dejarnos llevar por lo que queremos o por lo que nos parece más conveniente, si realmente deseamos que algo cambie uno de los principales ejercicios que debemos llevar a cabo es el de criticarnos a nosotros mismos, ser conscientes de nuestros errores.

Teniendo ese objetivo en mente, el de cambiar nuestro destino y el de los que nos rodean, está claro que hay mucho trabajo que hacer, pero no podemos encerrarnos en nuestro trabajo, nosotros somos pocos, y si queremos ser muchos debemos ponernos en el lugar de cada uno de los que se encuentran más allá, y explicarles con delicadeza por qué hay personas con mayores privilegios que ellos, sin echar pestes contra nadie, de tener la oportunidad todos seríamos capaces de aprovecharnos del prójimo para enriquecernos.

Nuestro error sería no darnos cuenta de que no somos el centro del Universo, de que aunque seamos muchos hay muchos más al otro lado de ese callejón, y que sino concretamos nuestro pensamiento en algo que nos ayude todo, el despertar de nuestra conciencia colectiva no habrá servido para nada, es por ello que debemos comenzar a pensar en frío, sin sentirnos en medio de una guerra, esto no es una guerra, esto es un ejercicio de expresión, de notoriedad y de democracia.

Habrá quien tenga más y quien tenga menos fe en la democracia, pero lo que es evidente es que con las fórmulas con las que se aplica en la actualidad no representa a quien debe, que es a la mayoría, y esto es por lo que luchamos, por la representación de las voces que salen a la calle en las cámaras de los gobiernos, autonómicos o estatales, porque las voces de los que trabajan deberían ser las órdenes para los que son sus apéndices políticos, y no vanos susurros que desaparecen entre montañas de dinero.

Así, la discusión continúa, no les demos más facilidades de las que ya tienen, las decisiones son suyas, el poder es suyo, la voz más fuerte es la suya, ¿qué ganamos acallándonos entre nosotros con conflictos que podrían tener lugar más justamente en una democracia en verdad representativa? Lo único que ganamos es darles fuerza con nuestro debilitamiento, y sería una lástima que el despertar colectivo de las preocupaciones sociales, económicas y políticas fuese acallado por sus mismos adalides.

sábado, 4 de junio de 2011

Avellanas en la noche

El sabor trufado del helado es una bendición en los labios de Carmen, es como si la luna se estuviese derritiendo con el roce de su lengua, aunque pensándolo bien, la luna no sabría a chocolate, la luna es algo mucho más complejo que el chocolate, sería como una condensación que parte del ácido y el dulce al mismo tiempo, el tacto de una ostra en contacto con el amarillo sabor de los frutos tropicales. Naranja como si se bebiese un zumo de agrios paladares, pero no, la luna no debiera ser agria, debería saber como la avellana, el helado de avellana, que enmascara entre otras virtudes la elegancia de la reina Lamia, más belleza que Venus y, si, el frescor que ni Neptuno podróia hacer surgir de sus dominios. Y Carmen ya no recuerda de qué sabor era su helado, tiene el paladar hecho un lío nocturno.
Para solucionar su problema
se decide a cambiar su forma de pensar
y piensa en versos sin rima, no está del todo segura de si es sueño o realidad lo que la rodea
ya que las formas se alargan
y acortan a voluntad, y lo que antes
era un helado de chocolate, ahoradespués de salir volando,
parece una luna en la Tierra.

miércoles, 1 de junio de 2011

El paraíso del perdido

Vigorosos son en su inconstancia,
frutos vivos de racimos
que cortaron con la flor
de su ignorancia.

Clases de maestros en olvido,
las causas del debate
se pierden como esa cauda
por la que vinimos.

La tristeza del campo fértil
que ve en su interior
que por malas hierbas,
el futuro es estéril.

Nadie habla ya de ideales,
idealistas perezosos
en sus casas, encerrados
en pensamientos irreales.

Nació esta esenciacon fuerza,
que no se pierda por
ser uno, y uno
que quiera ser realeza.

Aristócratas del tedio,
no me aburráis,
porque es vuestro el cambio
vosotros, estáis en medio.

Reconocer sus defectos
no sabía Childe Harold,
pero sí vosotros
o al menos, eso espero.

La tormenta es fuerte,
los araguas, los tienen ellos,
la voz en cambio es audible
habla de futuro, de presente.


Aunque no sea bella la forma
lo es el fondo,
y entre risas,llantos y algún berrido,
se escuchan protestas contra su dogma.

domingo, 22 de mayo de 2011

Ecos en el Obradoiro

Las formas barrocas el manto,
ideas por banderas,
sin bando, el mundo imperfecto,
destino de fieras
sin dientes, con lengua.
Dialéctica el arma,
la presión, la espera,
como su objetivo elegido
el fin de una era.
No hay mártires si eliges
luchar sin guerras,
como voz muda inundarlos
de tu pura presencia.
Estar sin ser,
luchar sin grupos
porque por la libertad,
los fanatismos son un absurdo.
Nulidad del poder,
con votos nulos demostrado,
ya no nos impedirán hablar,
la razón está de nuestro lado.
Los susurros de Gelmírez
salen desde la tumba,
pues no entiende el retrógrado,
el don de nuestra ruptura.
No somos anarcos,
ni perroflautas,
somos las voces que piden
un mundo unido sin signos,
contra los que nos dañan,
somos nuestro himno.



Son dos las obras:


Que sufra la espalda, no la conciencia



Creo en el credo del descreído,
descreo de lo que dicen
cuando estoy distraído.
Si fuese su hijo sería su esclavo,
pero no es así,
nada debo a quien nada me ha dado.
Así que me revuelvo aquí,
grito y no callo.
En eso se basa mi presencia,
harto de ataques
desperté a mi conciencia
y cuando despertó me dijo,
no permitas que nadie marque
equivocado, para ti, el camino.
Engañaron, robaron, mintieron,
por eso mañana
compensarán lo que hicieron.
En cama no se arregla nada,
sobre la fría piedra,
transmitirás tu mensaje
aunque duela la espalda.
El ambiente es distendido,
por eso entre mi afecto
a la causa en la que confío.
Por lo tanto no dudéis
los apáticos,
no permitáis que por callar,
os roben vuestro sitio en este barco,
sociedad en el mar de un mundo
que por nuestra inactividad,
se volvió injusto.
Ahora, pues, alzad la voz,
que nunca rían a costa
de ese pueblo que nunca se alzó,
que no lloren nuestros hijos
por lo que, cobardes,
nosotros permitimos.

miércoles, 13 de abril de 2011

Las dudas del enfermo

Cuando se stienta frente al papel no se plantea nada, simplemente escribe, se deja llevar por la ebriedad de la tinta, la máquina de escribir es un amigo fiel en tiempos de guerra. Los pensamientos que le torturan desde hace ya varios meses no abandonan su cabeza, y sigue sumido en esa espiral de autoignorancia.

Durante más de dos meses no es capaz de escribir de algo que no sean cuerpos desnudos, no es capaz de escribir algo sin el exotismo de un seno asiático o de una mirada india, y en cambio es incapaz, totalmente incapaz, de pensar en sexo, de introducir el sexo entre los cuerpos desnudos, todo son metáforas de una vida que no entiende y que tal vez el mundo le corrompió.

Cuando sale a la calle y se encamina al supermercado para reunirse con Jorge, no es más que un día y nada que hacer, pero al llegar sufre, le rodean personas que no entiende, sobre las que querría escribir y no puede, es extraño, piensa. En ese mismo momento comienzan a fluir las palabras, y se va forjando la historia.

"El bebé gatea entre los restos de una mansión abandonada, los restos vitorianos están en llamas, y el niño gatea directamente hacia el fuego, los restos de su vida delante de él, entre las chispas, y el baile ígneo, alcanza a vislumbrar la figura demoníaca del que prendiese fuego a la casa, y asustado, casi con un interés morboso, si es que eso fuese posible en un niño, gatea hacia él, hacia el hombre, o lo que sea, que entre el fuego ríe mientras ve desaparecer el legado de los Arminster."

Y así, se dice, es como se abandonan los cuerpos desnudos, con algo mucho más retorcido.

lunes, 4 de abril de 2011

Tiranicidas de otro tiempo

Doy clases de vida a reyes sin nombre,
camino con seres infames que no lo son nada,
si con quien comparamos, es con el hombre.
Así que sumido en la ingravidez del deseo
acuérdate de que no te robe la vida
ese ladrón del tiempo, le llaman Morfeo.

Esclavo sumiso del sino y su ley,
cambia las reglas, ríe en su cara,
convierte a tu signo en tu único rey.
Caminé con el viento, sentí la lluvia,
en mi cara, ambrosía, y
un rey la hizo suya.

Edipo era sabio en su ignorancia,
sin quererlo ni saberlo acabó con su estirpe,
una de necios con poder y sin gracia.
Qué fue del justo propietario,
qué del ultrajado hombre sin nada, ahora
viven juntos, en el extrarradio.

Así que escucha mi llamamiento,
es uno de justicia,
solo solicito el acceso
para llevar a cabo un acto suicida,
con rabia, seré vengador, inquieto,
y por el bien de todos enseñaré al mundo
lo que es un tiranicida.

jueves, 31 de marzo de 2011

Cosmos

Casi puede respirar su esencia, es una parte del aire, exhalando magnetismo por cada uno de sus poros, esos ojos oscuros que le miran como si se tratase del único. La melena que se mece con el movimiento de su dueña, un guiño más, y el olor de su colonia, el olor de su piel.

Cada vez que la mira es más suya, y con la confianza que da la desnudez, le acaricia el abdomen, es un tacto lúcido, un tacto también luminoso. Se mueve encima de él, la luz y las brasas de la chimenea al fondo de la habitación, la ropa tirada quién sabe cómo y dónde, pero lo único importante es que son uno, y ella es aparte.

No piensa en sus formas, no piensa en las aureolas que roza con un espasmo de placer, solo piensa en su mirada, en cada momento fija en él, en cada momento que pasa un poco más perdida en el infinito del puro goce.

Las estrellas se abren entre el crepitar de la chimenea, de los ojos de ELLA comienza a salir luz, iris y pupilas perdidos, los ojos en blanco y un cosmos alternativo que nace de su rostro, de su cuerpo desnudo, un mundo diferente, en el que lo terrenal no importa, y el deja de estar tumbado, se sienta y la abraza sin salir.

Están unidos en el Universo, y ni siquiera sabe su nombre, qué superficial estupidez, ahora es cuando le gustaría no haber contratado los servicios de esa mujer tan atractiva.

martes, 29 de marzo de 2011

Noche

¿Cómo sobrevivir con un mínimo de elegancia a la tortura del insomnio? Para Fran no es una pregunta fácil de responder, lleva ya horas entre el abatimiento y las ansias de ocupar esas horas no tan muertas en algo útil. Pero internet no le dice nada, las mismas mentiras, los mismo inventos, las mismas personas diciendo lo mismo que el día anterior y el anterior.

Prueba con algo de música pero la cabeza sigue doliéndole y sabe que no será capaz de dormir, no con la facilidad que l gustaría, siente que la cabeza le palpita, tal vez tenga un reloj de bolsillo incrustado en el córtex, eso, al menos, sería una explicación y conseguiría que dejase de darle vueltas al maldito tic-tac que no le deja dormir. El tiempo es traicionero.

domingo, 27 de marzo de 2011

¿Quién dijo existencial?

Clava la mirada en su piel,
siente cómo se engrandecen

carros en la noche,
cargados de hiel.

Si el blanco es día
me encuentro nocturno,

pues el camino es negro,
y tú lo transitas.

Estroboscópico suicida,
te perdiste entre calles

y por no recordar
ni recuerdas tu vida.

Calma la sed del alma
con versos plebeyos

y crónicas estériles
que a la piel se clavan.

Pues no es ahora,
ni nunca, momento de adioses,

una navaja suiza y a decidir,
que ya toca.

jueves, 24 de marzo de 2011

Cambiando de tercio

Tras una ausencia demasiado larga en este espacio vuelvo cambiando de tema, apartando por un momento eso que intento llamar literatura aunque me cueste. Porque en este momento están pasando cosas, y muy importantes, en el mundo, catástrofes de proporciones colosales, vease la debacle que la naturaleza está causando todavía en Japón, o sino la hipócrita participación en Libia de Occidente.

Es difícil interpretar como algo positivo la actuación política que se está llevando a cabo en cualquiera de los dos asuntos por parte de esos gobiernos democráticos que nos iluminan en Europa y Norteamérica. Empezaré hablando del asunto asíatico.

No comprendo cómo consiguen cambiar opiniones y políticas con tanta facilidad, nadie duda que la energía nuclear es un riesgo, asumible o no, pero una situación extrema como está no puede suponer nunca una base para actuar en circunstancias tan distintas a las japonesas como pueden ser las de España. La reacción ante un suceso dramático como este no es sino una muestra de la falta de criterio y de iniciativa de un gobierno que actua de forma reactiva.

El ejecutivo de un estado del primer mundo nunca debería reaccionar ante lo que ocurre, sino anticiparse a los acontecimientos, tomar decisiones meditadas y con sentido, el bloqueo sufrido en la investigación de energías renovables alternativas a la nuclear, por ejemplo en el ámbito de la automoción, es un ejemplo, ahora habrá muchos que se arrepientan de no haber planeado soluciones alternativas a una situación como la que se vive en el mundo de los combustibles fósiles.

Del mismo modo, las medidas de precaución en las centrales nucleares son necesarias, pero no lo son más porque en las antípodas todo haya quedado fuera de control, la única diferencia es que en este momento esas medidas parecen tener más sentido porque el efecto pánico sobre las masas es poderoso, pero el fondo sigue siendo el mismo, el debate no debería haber cambiado de contexto. ¿Queremos que nos ocurra lo mismo que a Japón? Pregunta estúpida, sobre todo teniendo en cuenta ue nuestra situación en el planeta Tierra es casi opuesta a la del país asiático.

Y de nuevo cambiando de tercio, qué decir de la participación de Occidente en Libia, guerra o no, creo que ese debate es intrascendente, lo importante del asunto es el momento en que la alianza hipócrita se ha lanzado a la defensa de unos rebeldes que llevaban ya tiempo siendo diezmados, perdiendo batallas y terreno contra un ejército que les supera con creces en poder militar. Nadie duda de la justicia de la causa rebelde, lo que debemos comprobar con el tiempo es si la intervención de nuestras democracias les ayuda a instaurar un gobierno que les acerque al progreso social y económico o si simplemente, tras conseguir expulsar a Gadafi del país (si lo consiguen), instauran un gobierno títere para hacer efectivos los intereses que en la zona existen. Intereses tanto geoestratégicos como relacionados con esos preciados combustibles fósiles que comenzamos a valorar.

Tal vez haya unas cuantas personas que debieran replantearse su praxis, ya no solo por su imagen pública, sino por la realización de un esquema político equilibrado que no se convierta en una olla a presión a punto de estallar, parece una cosa de broma que una y otra vez nos vendan la misma moto para robárnosla por la noche.

viernes, 18 de febrero de 2011

Capítulo 3: Filósofo de Café


“No es el tiempo presente un tiempo de artistas, posmodernismo, superficialidad, apatía, son el caldo de cultivo de una sociedad en proceso de descomposición. La importancia desaparece y solo trasciende un falso sentimiento de libertad meridiana. ''

Los ojos negros, oscuros hasta decir basta, miran el papel, los labios finos forman una sonrisa socarrona, un sentimiento de superioridad infinita se cierne sobre la mente deYuri. Es ruso, de origen revolucionario, descendiente de uno de los soldados de la Bahía de Kronstadt, su abuelo, anarquista acérrimo, no tuvo la posibilidad de enseñarle, en cambio si la tuvo su padre, heredero directo del ideario transgresivo del progenitor.
Disfruta escribiendo, es para él un placer como ningún otro, una forma de llegar a las raíces de los problemas de la humanidad. El papel delante, solo tres líneas y ya ha retratado la sociedad. Es un genio, piensa, pero un genio sin palabras, tal vez el orgullo el peor enemigo del literato. Casi siempre se da cuenta de que es un estúpido por creer que no lo es, pero en ese momento no lo piensa, solo siente orgullo por su obra inexistente, orgullo de pensar algo diferente aunque no lo lleve a la práctica. Las calles de Argenta son perfectas para reflexionar sobre la alienación, perfectas para darse cuenta de la podredumbre de una sociedad transformada si acaso en un chiste malo.

“Como si nos enfrentáramos a un ente abstracto creamos enemigos donde no los hay, golpeamos a nuestros vecinos por un pan que no es suyo ni nuestro, nos golpeamos y enemistamos por el simple placer de hacerlo, con ese acto de ignorancia, siguiendo la línea editorial de unas élites que lo único que desean de nosotros es que nos entretengamos, que no pensemos en la forma en que nos están chupando la sangre desde el minuto uno de nuestras vidas. ''

Se da cuenta Yuri de que ya llega el momento de desenfundar su arma secreta para dar rienda suelta a la inspiración, y mientras se enciende un cigarro, coge del bolsillo interior de su levita una petaca. En el interior, bebida de dioses, de dioses de la palabra y el pincel, absenta con agua y azúcar oscuro. Sustancia obsesiva, atrayente, liberadora. Es con ella con quien está casado el argénteo de origen soviético. No ruso, soviético, es de eso de lo que está más orgulloso en su vida. Para dar el primer trago debe apartar su melena descuidada de la cara, y entre los pelos de la negra barba fluye el líquido divino. No es la ambrosía sino un nombre hermoso con el que denominar al hada verde.
Dulce amargor el de su sueño hecho bebida, tose tras darle una larga calada a su cigarro, reluce en la oscuridad del café, y los demás clientes lo observan, no es apropiado llevar su propia bebida, aunque tenga un café pedido y pagado enfrente. Es maleducado, y ríe, ríe a carcajadas y lo observan con más fiereza. No es para él la vida de un humano corriente nada, un borrón en un Universo interminable, enorme y cargado de sucesos más importantes que la desaparición de un planeta. Yuri, filósofo engreído e ignorante.
Apura el café, como deseando que dejen de mirarlo mal, le incomoda la estupidez de los que creen en los convencionalismos sociales, él es un cliente como otro cualquiera, pero no le importa en absoluto disfrutar de sus productos entre los minutos en que se deja llebvar por el consumismo y va a un café. No tiene un lugar mejor en el que dedicarse a escribir. Hacerlo en su casa le parece un vacío en su existencia. No tiene tal cantidad de estímulos, el vestido blanco de la mujer del fondo, los ojos verdes detrás de las gafas de aquella águila de mirada severa. El camarero más cansado con la vida que con su trabajo. _Y todos ellos siendo rodeados por un oxígeno al que no le otorgan el valor que debieran. Termina el café y toma otro trago de su acompañante de metal, la petaca. Con el cigarro colgándole de la boca, continúa escribiendo sus reflexiones y aforismos, que, considera, serán adorados en la sociedad del futuro, sociedad de suprahombres. Ya lo predijera Nietzsche en sus obras de trágicas influencias.

“Cada día camino hacia mi trabajo, el mismo lugar, la misma gente, aquejados de distintos problemas que en cada momento consideran de una importancia dramática. Bastardos. No son conscientes de que de quitarles la importancia que inventan a esos problemas serían capaces de ver más allá, serían capaces de construir su mundo interior desde las cenizas y, tal vez, llegar a tener algún pensamiento realmente productivo. Aliens del razonamiento, siguen sin darse cuenta de que John Travolta no es más que un gran actor, sus problemas no son aquello con lo que cualquiera debería sentirse identificado. Son películas, no son vidas. Vive.''

No sin cierto orgullo esboza otra sonrisa socarrona, no sin cierta parsimonia va guardando su libreta en el bolsillo de su chaqueta, y no sin cierto descaro mira con desprecio a todos los que le rodean mientras se levanta. Lleva ya varias semanas acudiendo a ese local y no hace más que ver las mismas expresiones en distintas personas, para él seres de inferior categoría, no conocen lo que el conoce, no sienten ni piensan lo que él, y ni por asomo lo imaginan, para esas personas todo es nada. Si se diesen cuenta de que con sobrevivir deberían ser felices...el resto está en el interior, y no es la felicidad, es la autorrealización.
No sería Yuri, a sus treinta y tres años, capaz de explicarles el porqué de su estupidez eterna. Ni tiene ganas, en absoluto, no es necesario, mientras abre la puerta del café y se deja seducir por la brisa fresca de la noche, vuelve a la vida y se olvidaa de su superioridad sobre la mayoría. Si Charles, el simbolista, me viese, se avergonzaría, qué presuntuoso. El destino del creador, no ser consciente de que por ser dios sobre el papel no lo es en la vida real. Casi totalmente absorto en sus pensamientos, no se da cuenta de que alguien le persigue, entre las aceras de grises, un hombre, un chico más bien, le observa fijamente mientras esquiva sus ojos, no quiere ser descubierto y sigue el mismo trayecto que su soviético particular.
Se llama Julián, y tiene un motivo perfectamente claro para perseguir a ese Yuri. Lo conoce, tal vez mejor de lo que se conoce a sí mismo, ya que lleva mucho tiempo leyendo sus escritos en el papel de las servilletas del bar de Unamuno. Así se llama el local que más frecuenta en las noches de Argenta, un lugar tranquilo, silencioso, en que sirven vino y whisky de ínfima calidad y no se meten en tus asuntos. Cuando deja Yuri el local abandona siempre servilletas cargadas de su caligrafía vacilante. Es una muestra de afecto por sí mismo dejar atrás su legado, y es Julián el que lo aprovecha. Es allí donde leyó por primera vez el nombre que ahora lo corroe por dentro, el rey Kai.
Yuri continúa con su travesía, dirigiendo sin disimulo alguno su mirada a todo aquel con que secruza, consiguiendo en ocasiones una sonrisa torcida, en otras que sus víctimas aparten la mirada. Se permite juzgar a todo el mundo, es para él una práctica edificante, cree conocer a través de algo tan trivial el alma de las personas. Piensa que en una sola mirada se condensa una vida, y en esa condensación se nota el ser o no ser de cualquiera.
Entran en la zona vieja de Argenta, callejuelas empedradas, siempre en cuesta, cargadas por el día de familias con sus pequeños, recorriendo la ciudad del litoral gallego, y de noche de toxicómanos que no tienen un lugar mejor en que dejarse poseer por su amiga la heroína. Es la zona vieja, por lo tanto, un lugar en que transcurre la vida de demasiadas personas. Un lugar de violencia en ebullición, que con la llegada y formación de guetos como el de los gitanos o los sudamericanos se convierte lentamente en una barriada de absurdos. No sabe Julián a dónde se dirige Yuri, y no es seguirlo lo que desea, pero es necesario, ya que aún no tiene el valor de ir a hablar con él, lo admira desde meses atrás y aunque es cuestión de vida o muerte el asunto que debe tratar con él aún no sabe cómo plantearlo, tal vez le tome por un loco.
Tras serpenteos por calles de yonkis y putas, tras insinuaciones de robos y sexo como negocio, acaba entrando en otro local. No es un local conocido para Julián, y antes de seguir al soviético a su destino, se para a analizarlo desde fuera. Aparenta un bar normal, pero en cuanto se detiene a leer los carteles pegados al cristal, se da cuenta de que no es un lugar al uso. Se llama El Parlanchín, y es un lugar al que ciudadanos de diferentes países acuden para mantener conversaciones en el idioma que los interlocutores deseen, un lugar de habla y práctica de idiomas. Noi entiende el joven qué hace su posible salvador en un lugar como ese, pero ante la duda, es mejor tirarse a la piscina, así que sin demasiadas dudas atraviesa la puerta, está casi vacío, solo un hombre y una mujer hablando en la barra, parece que su idioma es el italiano, y suena algo como amo y cuore, romanticismo entre desconocidos.
Yuri se sienta en la barra, pide una cerveza, un poco de ambrosía enn su garganta, bebe sin pudor, conoce al camarero y sabe que no le dirá nada por consumir absenta, él también la aprecia, pero no la sirve debido a la normativa internacional al respecto. La consigue Yuri mediante la importación de un pueblecito en el Norte de Portugal. Para el revolucionario de pensamiento y no de actos es aquel un lugar fantástico en que pasar el tiempo, ya que o nadie le molesta o consigue practicar su lengua madre, desentrenada desde el fallecimiento de sus padres. Percibe entonces la entrada de un extraño, demasiado joven para lo habitual en El Parlanchín, aunque no le sorprende, de vez en cuando un adolescente con aspiraciones de ser culto atraviesa la puerta para salir vapuleado por el a través de la dialéctica. Es una tarea tan divertida como cualquier otra desencantar a los que no merecen la pena. Solo una vez había llegado a respetar a uno de aquellos chavales, y le había dado alguna recomendación para ponerse a escribir.
Julián se acerca entonces a su objetivo, envalentonado por el carácter del local, y le pregunta si le importa hablar en castellano, para dar facilidad a la expresión.
-No es casualidad que venga aquí a hablar contigo.
-Así que no es casualidad, eh, pues más te vale tener una razón de peso-el acento eslavo presente siempre cuando Yuri habla, hasta en sus pensamientos españoles.
-Mi razón de peso es el rey Kai, sé que forma parte de la imaginería de lo que escribes.
Eso si que es una sorpresa para el que nunca se sorprendía, el rey Kai, una figura que atrae a Yuri hasta la saciedad, no sabe por qué, pero un día al despertar de un vívido sueño, comenzara a escribir la historia de un Dios maldito, la historia de un ser sobrenatural que con sus designios condenaba a los más brillantes humanos, torturándolos con la incertidubre, con la repetición de sus actos, con la rutina más feroz. Desde aquel amanecer, había sido una constante en sus obras, el rey, Kai, rey de la muerte.
-Acabas de intrigarme, continúa.
-No quiero hablarte de tus escritos, que me encantan, sino sobre dónde nació esa idea, ¿de qué conoces al rey Kai?- la pregunta salió del jove con tal desesperación que se da cuenta Yyuri de la gravedad del asunto.
Le explica con calma cada detalle de aquella mañana en que el ente viniese a su pluma como si se tratase de acero ante un imán. Desde entonces es algo más consciente, pero en su origen, un flechazo en el lóbulo temporal y un trazo en el folio ante él, y el rey Kai había nacido. La mirada de decepción de su interlocutor al darse cuenta de que no tenía una base real es manifiesta, y es entonces cuando Julián hace su jugada.
-El rey Kai existe, no es parte solo de tu simbología, es un ser real, y me temo que tanto yo como aquella a la que amo más que a nada estamos amenazados por él.
No podía esperar el joven una reacción como la que siguió a sus palabras, la carcajada casi desencajada de Yuri fue un insulto para él. La falta de respeto hizo que, de repente, quisiese golpear al que tanto había admirado.
-Tu problema no es el rey Kai entonces, tu problema es la falta de medicación. En vez de preocuparte por seres literarios tal vez deberías preocuparte por aquello que representan, el estado, la alienación, el sueño eterno en el que está sumida la sociedad.
-Eres un ignorante, y un imbécil.- Julián empezaba a estar realmente enfadado, y tentado de hacer algo de lo que después podría arrepentirse.
-De acuerdo, supongamos que existe, si existe es demasiado para abarcarlo unos simples humanos, con qué objetivo vendría a mi, yo no puedo ayudaros.
-Si escribiste sobre él tal vez tengas alguna información, algo que nos podría ofrecer una oportunidad, un conocimiento de sus debilidades, o de su piedad, pero veo que pierdo el tiempo, no sé por qué criticas tanto a la sociedad en lo que escribes, si te comportas como uno más, reirte de los que te rodean no te convierte en su superior, solo te hace ridículo.
Yuri se lanza sobre Juliá, derribándolo de la silla en la que se encontraba. No hay peor insulto que llamar común al que no se lo cree, la normalidad insulta a los que la consideran un defecto. Una vez en el suelo, golpea con fuerza la mejilla de su oponente, que se revuelve como puede, y consigue desembarazarse de la presa. Tras levantarse, toma una decisión drástica.
-¿No me crees? Pues lee esto, y arrepiéntete, no creo que te guste lo que sueñes hoy después de leerlo.
Saca un pergamino arrugado de su chaqueta y se lo ofrece a un Yuri jadeante y sonrojado, su amigo le mira desde detrás de la barra con aprensión. Acaba de cagarla, a base de bien.
-Lo siento, Simón-dice, mientras recoge las sillas, ambas en el suelo-, y tú, dame eso.
Recoge el pergamino. Y mientras se marcha, Julián le informa de que al día siguiente a la misma hora, se encontrarán en el mismo lugar, si es que ya otorga credibilidad a su historia, sino, feliz condena.
-Ya estamos condenados, solo mira a tu alrededor-Yuri vuelve a centrarse en su cerveza y su petaca, cabizbajo.

sábado, 22 de enero de 2011

Capítulo 2: Los acólitos del rey Kai

Son los años 30, la absenta corre por las gargantas de los parisinos, aún no han nacido los dioses de la muerte del rey Kai, pero sus predecesores se emborrachan con pasión, se emborrachan sin darse cuenta de que dejan pasar los minutos de una vida regalada por el algo. Pero emborrachándose con absenta son capaces de darse cuenta de asuntos maravillosos, el hada verde es capaz de revelar la verdad, y convertir en arte ser un dios de la muerte, convertir en arte ser un dios creador sin talento.
Y no son pocos en el arrabal de París los que se consideran dioses creadores sin talento, por eso sus muchas calles son como un viaje guiado por la inmundicia del ego roto y marchitado.
Un escenario distinto para una historia distinta y mucho más dramática. La historia del hombre rubio que camina entre humo verde. La historia del hombre de ojos azules que siente aún la pérdida del pasado en sus carnes. Lleva ya horas enteras buscando una galería que no parece existir. Allí debería encontrarse la única persona en el mundo que puede ayudarle, aunque ni él mismo sabe cómo, lo que las ánimas se llevan con ellas debe quedarse, y debería ser lo mismo en ese caso, pero no si él lo puede evitar.
Es difícil agarrar a los que amas cuando es la mano del destino la que trata de llevárselos con inmenso afán destructivo. En la gran ciudad gallega por excelencia, en Argenta, las leyendas de la Santa Compaña son numerosas, y tal vez no tienen un fondo tan irreal como los escépticos jurarían.
-Disculpe, caballero.
Le habla el rubio de ojos azules a quien no debería, lleva levita ese desconocido, y también chalina, un cuaderno y pluma, parece escribir sobre la belleza de la inmundicia, y en realidad no hace más que cuentas de los botines robados a idiotas imprudentes. La noche parisina es peligrosa, más si hablas a quien no debes sin saberlo. Sonrisa de oro y no por bonita, sino por valiosa, mezquina mirada y nariz de águila entre las águilas.
-Dígame, amable joven...
Queda en el aire la conversación, de repente el rubio se da cuenta de que no es tal elegante escritor aquel con el que habla, de que su alma es en realidad mezquina, se da cuenta, pues, de que tal vez se mete en una situación complicada. Mira a un lado y a otro con la esperanza de encontrar una vía de escape, como un dios de la huida en este mundo de deidades venidas a menos. Se comporta como si no pudiese llegar a hacerlo, casi resignado, y de repente actúan los dos. El más rápido y con menos escrúpulos ganará.
Héroe de leyenda y con escrúpulos, el hombre de ojos azules consigue golpear con su puño derecho el rostro del oponente, pero mientras tanto, la sonrisa dorada tiene un filo en su palma. Juega con él, como si el golpe no doliese, juega y sonría con brillos áureos. Pero al hombre rubio no le interesa lo áureo, sino lo argénteo, eso es lo que importa de verdad, sus amigos argénteos.
Sabe que debe sobrevivir sabe que debe sobrevivir, carrera, tropieza, luz en el suelo, filo volando, roza la oreja y llega a la esquina, gira y está casi a salvo, delante una galería y detrás gritos, odio e impotencia, lucha maniquea por llegar a una salvación o no dar opción a nadie a llegar a ella. Lo que tiene delante es la galería que buscaba, la Des Chances.
En teoría en su interior debería descubrir un dato fundamental e inesperado sobre su búsqueda. Es un lugar de ritos sin nombre, por lo que le dijeron, un lugar en que las cosas más repugnantes y asombrosas pueden ocurrir. La magia en el mundo existe, pero no como algo atemporal, la magia es secular e irreversible, recuerden la irreversibilidad de la magia, pues si alguien la utiliza en ustedes, ya no habrá salvación.
Las paredes a los lados de piedra enmohecida, y al frente unas escaleras descendentes, brillo carmesí como si se tratase del infierno no de Dante, aunque si con espectáculos dantescos. Encima del camino, una señal acongojante, una señal de letras rojas y negras que más parecía el anuncio de algún ser diablesco y maligno que del único medio de salvación del alma de los viejos compañeros de fatigas.
Entra corriendo el heroico escapista, y quién le perseguía con la mirada colmada de odio queda fuera, como si el mal de ese camino descendente fuese demasiado con lo que lidiar, siendo solo un esbirro de la maleficencia. Decepción en el rostro y rabia en los puños cerrados sobre la navaja, gotas de sangre desparramándose por el suelo, su sangre, que parece ácido y casi deshace los adoquines bajo sus pies.
Y como si caminase entre llamas baja escalón por escalón el representante del bien en esta empresa, atraviesa lo que podría ser la oscura guarida de un dragón, hay, de hecho, una dama en apuros, y otro caballero, pero no están custodiados por el dragón, sino que es este el que guarda la fórmula secreta gracias a la cual poder salvarlos.
Baja y baja, sumiéndose en las dudas, tal vez esas escaleras no tengan un final, es como si hubiese estado una década buscando algo que ni siquiera existe. Y la solución aparece ante él. Un rellano. Es como un tablero de ajedrez, marfil y carbón unidos, el suelo brilla, pero cuando llega se da cuenta de que brilla de forma siniestra y no majestuosa. Hay antorchas en las paredes de piedra irregular, como si un rico mecenas hubiese gastado el presupuesto al montar el suelo y el resto quedase en nada.
Como si de un vestíbulo gigantesco se tratara lo atravesó el hombre de lado a lado. Al fondo solo una puerta, cerrada, de madera vieja y carcomida. Parece que se va a deshacer al contacto, y también parece la entrada a algún tipo de oráculo ancestral. Es una estampa digna de la antigua Grecia, y nada amedrenta al caballero.
Echa la mano a la puerta y la abre, apenas pesa pero si cruje intensamente y se mueve con lentitud. Se desvela una estancia de misticismo. En el centro una hoguera de fuego negro que no despide humo, las paredes plagadas de grabados con figuras inconcebibles. Mantas a los lados, por el suelo, sin orden ni sentido, y en frente de la puerta la figura diminuta de una anciana arrugada, oculta casi totalmente por una túnica de muchos colores.
-Te esperaba, Caín-solo se veía su boca, pequeña y deformada, bajo la capucha de la túnica.
-No me llamo Caín, me llamo Héctor.
Y se ríe la anciana, con gesto mefistofélico, conocedora de las palabras exactas que decir para encandilar a ese Héctor que poco tiene que ver con el troyano homónimo.
-Disculpa que te llame de ese modo, pero te asemejas a él...si él fue el teórico primer asesino, tú eres el primero que escapa, gracias al sacrificio de sus amigos, de las largas cadenas del rey Kai. Eres el primero en hacer algo vil, el primero, espero, de pocos, pero te arrepientes y buscas una solución, ¿no es cierto, Héctor?
-Así es...no pude hacer nada, me quedé totalmente paralizado cuando todo aquello ocurrió, y al no saber reaccionar solo conseguí que mis amigos quedasen atrapados entre esa especie de ejército fantasmal.
-Tranquilo, ellos no sufren, simplemente...son por la etenidad prisioneros de sus más importantes recuerdos, ¿se amaban?
-Totalmente...
Una cara de profundo dolor se marca en Héctor, que parece no poder aceptar algo en el hecho de que los amigos perdidos se amasen. El brillo de los celos pasa por sus ojos de forma fugaz y desaparece con la llegada de la tristeza.
-Probablemente se estén conociendo una vez y otra, atrapados en lo que más importante les parece, ellos mismos. No es exactamente un castigo terrible, pero merecen una liberación, nunca podrán ser libres de verdad si siguen vagando por el mundo como espíritus omnisapientes e ignorantes...
-Por favor, tiene que haber alguna forma de liberarlos...ni siquiera sé si lo que ocurrió aquella noche fue de verdad.
-Ocurrió de verdad, no lo dudes, pero tiene solución, como todo en esta vida...es complicado, pero...¿estás dispuesto a todo por conseguir la salvación de sus almas?, ¿darías tu vida porque ellos consigan pasar al otro lado?
-No lo dudaría ni por un instante.
-Estaba preparada para escuchar esas palabras.
En ese mismo instante, la anciana se desembaraza de la túnica con un rápido movimiento, debajo guarda en la mano un puñal. Puñal ancestral de origen azteca, con la punta curvada de forma ondeante, dorada; puñal que atraviesa a Héctor la garganta. Siente él cómo la vida se le escapa, y se siente ridículo, fue engañado, consiguió escapar del peligro de las calles de París, de su arrabal, para caer víctima de una anciana en el lugar que buscaba. Su vida se escapa a grandes pasos, y no parece que haya solución posible.
Los ojos se cierran poco a poco y la consciencia, la conciencia, desaparecen, se da cuenta de que tal vez dedicó su vida a una búsqueda estúpida, una búsqueda en cierto modo hipócrita, los buscaba porque tenía que buscarlos, pero se pregunta al morir si realmente desea buscarlos, si merece la pena morir por ellos...por desgracia para él, la respuesta es sí.
Y despierta de nuevo.