Estáis ante un pequeño rincón que trata de ser literario, aunque a día de hoy sea difícil trazar la línea entre la basura y la literatura, es vuestro el deber de juzgar

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Canto a la desesperanza

La extrañeza crepuscular del paisaje me acompañó en mi ruina. El camino soturno por el bosque hacia mi redención. De joven habría fantaseado con el Frente Fiduciario si me contasen la compleja trama en la que me había visto envuelto. Pero como el animal de guerras que es el hombre había perdido la alegría y me había metido en una mísera batalla corporativa. Como lobos para hombres ellos me destrozaron, y ahora camino por este bosque cargado de polifonías y extrañezas crepusculares hacia mi muerte.

No importa mi existencia, me da igual estar vivo que muerto, solo deseo la muerte de los que me arruinaron, y no valgo para obseso ni para asesino. Lamentable final de impotencia, no le puedo hacer nada. Es como el cordero al matadero, siendo él mismo el pportador del arma que le convertirá en finado. No sé, no sé, no sé. Se fue la luz y el Sol es como opaco y translucido a la vez, no puedo evitarlo.

La caminata requiere más habilidad de lo que nunca imaginara. Es difícil esquivar las piedras y seguir el angosto camino entre árboles cuando lo único que eres capaz de seguir es al odio hacia ti mismo, tu guía.

Verde, color de la esperanza, y los árboles se muestran amarillentos, castaños, con su hoja caduca acercándose al requiescat in pace. Pero ya vislumbro mi objetivo, desde que dejara el barco no pensé en nada más, en todo. El agujero del infierno, no le llaman así en vano, parece una puerta vertical al reino del Hades, y hacia allí me dirijo, mis pasos no son vacilantes, no lo son en absoluto.

El Sol baña el túnel, pero yo solo consigo apreciar las sombras qu por su causa se generan. La génesis de Thánatos, el fin del patetismo. No está vacío el lugar, y lo siento de veras, lo siento mucho por las familias que alcanzarán a ver lo que estoy a punto de hacer.

Hay un niño, me mira fijamente a los ojos y me devuelve con su inocencia a épocas felices, ahora melancolía pura. Espero que desvía la mirada, e incluso rezo a un Dios en el que no creo por ello.

Levanto una pierna y atraveso la valla que me separa de mi destino, ante la atónita mirada de todos los presentes, ninguno reacciona. Oh joven Werther, ojalá la muerte me sobreviniese por las mismas pasiones que a vos, pero es la ruin codicia la que a mi me venció la suerte, la que irremediablemente me ha conducido a la muerte. Solo queda un paso, y después, sentir que vuelo hacia el Hades...

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