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lunes, 6 de junio de 2011

La opinión de un descreído

Es jodido pensar que tal vez no eres lo suficientemente bueno, es jodido darte cuenta que el camino que llevas recorriendo la mayor parte de tu vida no te conduce sino a una espiral de autocompasión y de conformismo. La apatía elevada al máximo exponente como sino para todos aquellos corderillos que se sienten asustados de desandar sus pasos.

Pero para reinventarse es necesario, para reinventarnos tenemos que ser conscientes de hasta donde hemos llegado, de qué es lo que nos rodea y de cómo combatirlo, no podemos simplemente dejarnos llevar por lo que queremos o por lo que nos parece más conveniente, si realmente deseamos que algo cambie uno de los principales ejercicios que debemos llevar a cabo es el de criticarnos a nosotros mismos, ser conscientes de nuestros errores.

Teniendo ese objetivo en mente, el de cambiar nuestro destino y el de los que nos rodean, está claro que hay mucho trabajo que hacer, pero no podemos encerrarnos en nuestro trabajo, nosotros somos pocos, y si queremos ser muchos debemos ponernos en el lugar de cada uno de los que se encuentran más allá, y explicarles con delicadeza por qué hay personas con mayores privilegios que ellos, sin echar pestes contra nadie, de tener la oportunidad todos seríamos capaces de aprovecharnos del prójimo para enriquecernos.

Nuestro error sería no darnos cuenta de que no somos el centro del Universo, de que aunque seamos muchos hay muchos más al otro lado de ese callejón, y que sino concretamos nuestro pensamiento en algo que nos ayude todo, el despertar de nuestra conciencia colectiva no habrá servido para nada, es por ello que debemos comenzar a pensar en frío, sin sentirnos en medio de una guerra, esto no es una guerra, esto es un ejercicio de expresión, de notoriedad y de democracia.

Habrá quien tenga más y quien tenga menos fe en la democracia, pero lo que es evidente es que con las fórmulas con las que se aplica en la actualidad no representa a quien debe, que es a la mayoría, y esto es por lo que luchamos, por la representación de las voces que salen a la calle en las cámaras de los gobiernos, autonómicos o estatales, porque las voces de los que trabajan deberían ser las órdenes para los que son sus apéndices políticos, y no vanos susurros que desaparecen entre montañas de dinero.

Así, la discusión continúa, no les demos más facilidades de las que ya tienen, las decisiones son suyas, el poder es suyo, la voz más fuerte es la suya, ¿qué ganamos acallándonos entre nosotros con conflictos que podrían tener lugar más justamente en una democracia en verdad representativa? Lo único que ganamos es darles fuerza con nuestro debilitamiento, y sería una lástima que el despertar colectivo de las preocupaciones sociales, económicas y políticas fuese acallado por sus mismos adalides.

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