Estáis ante un pequeño rincón que trata de ser literario, aunque a día de hoy sea difícil trazar la línea entre la basura y la literatura, es vuestro el deber de juzgar

domingo, 17 de julio de 2011

El juego es poesía

Muerte de Epicuro

Sube el nivel del hedonista,
como griego y clásico se muestra,
cita el esplendor de estética,
ya no es real lo que fue su apuesta.
El placer se escurre, arena fina,
las hojas de Epicuro caen muertas,
para el ludópata no puede haber artistas,
para el vividor, un fracaso, una muesca.
De nuevo te sientes frío,
no sientes cáñamo, no sientes abrigo,
grave error confundir carpe diem
con la ebriedad que te da cobijo.
Siente el joven que vence al tiempo,
con una cápsula la noche pasa
pero esa cápsula, no es un juego.
Es triste vivir entre drogas
cuando el mundo es rico,
es triste recorrer el mundo
sin que las drogas tengan su sitio.
El equilibrio el objetivo,
el goce, utopía esclava de todos,
porque si aún eres niño,
por qué escapa la inocencia
de tu entorno.
Así, que te guíe Horacio, tal vez sepa,
sabio, en qué punto del placer
está lo feliz, y cual es el camino
que te acercará a sucumbir.


Urbe, te convoco

Frialdad de urbe, te convoco,
ven con los hijos de tu seno,
para ti ya es otoño
y  tu vida termina en invierno.

Como dijera el viejo loco,
el cemento que acogió estallará,
en una simbiosis de ruido
y esperanza: vida, nada más.

Nos dejaste, urbe, durmiendo,
entre ídolos que por no ser
de barro,
son de acero.

El dios Bonaparte, adalid burgués,
y sus hijos, que sin dudarlo
proclaman el ideal apático
y del revés.

Si eres, urbe, noble y moderna,
sé virtuosa y contemporánea, compensa
lo arcaico de la mente humana,
comienza la lucha sin cuartel
contra los errores que atenazan.

¡Tus días no son claros!, y ya llegas,
convocada, la polución que creaste
nos obnubiló, y perdidos entre asfalto,
nos movemos por rencor.

Pero este es el final, urbe,
pon fin a esta mentira, revela la verdad,
que el hormigón es casa y no filosofía,
nada más.

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