Estáis ante un pequeño rincón que trata de ser literario, aunque a día de hoy sea difícil trazar la línea entre la basura y la literatura, es vuestro el deber de juzgar

martes, 19 de julio de 2011

Rojo en la luciérnaga. 4ª

10:00 Domingo
La primera reacción del hombre que se encontraba delante de mí fue un gesto de absoluto cansancio y tedio, los ojos entrecerrados como si acabase de despertarse y estuviese sufriendo una tortura al tener que ver la luz del día. Pero no iba a permitir que la lastima por haber interrumpido su sueño me privase de conseguir la información que necesitaba.
-Disculpe las molestias, pero usted estaba anteayer en La Góndola, ¿verdad?
A medida que iba avanzando en mis palabras, su rostro se torcía en una mueca desagradable, parecía que no quería vivir ese momento, y en cuanto terminé de hablar, con un movimiento brusco, intentó cerrar la puerta en mis narices. Por desgracia para él, mis nervios estaban de punta, y los reflejos de un hombre somnoliento y los de uno que está en constante tensión no son los mismos.
-Quieto, solo quiero hablar-exclamé mientras empujaba la puerta con el hombro y me lanzaba dentro de la habitación.
El hombre, Lao-Tse o como se llamase, miró dentro de la habitación en busca de algo, saltó rápido sobre su cama y trató de alcanzar el flexo que se encontraba sobre la mesilla de noche. Esfuerzo inútil, en cuanto leí sus intenciones, me arrojé como si llevase jugando al fútbol americano toda la vida. Aplasté su cara contra el colchón y le repetí que solo quería hablar, nada más, mis intenciones eran buenas y lo único que necesitaba era la cooperación de un estúpido como él.
Tal vez perdí un poco los nervios.
-Vale, vale, lo siento-tenía un acento peculiar, pero no parecía asiático, era más bien cercano a algún país de Europa del este.
Aflojé un poco mi presa y deje que se sentase sobre la cama, agarrando sus brazos en la espalda, incapacitándole para cualquier movimiento que pudiese complicarme las cosas. No podía permitir que escapase, y aunque ahora me da algo de vergüenza admitirlo, estaba tan furioso que deseaba hacerle daño a alguien.
-Ahora me vas a explicar por qué nos vigilabas, me vas a explicar lo que sabes sobre el asesinato de mi padre.
En ese momento dio un respingo, la sorpresa por lo que acababa de decir fue grande.
-¿Asesinato?, no sé nada de un asesinato, por favor no me hagas daño-en cuanto asesinato apareció en la conversación, sus nervios se fueron totalmente al limbo, y quedó un gimoteante hombre que se arrastraba entre las sábanas suplicando que no le hiciese daño.
-No te voy a hacer daño, solo dime por qué nos observabas.
Le solté, pensando que probablemente fuese inofensivo, y en cuanto vio la oportunidad, se lanzó sobre mi, intentando derribarme. Me desestabilizó y casi me hizo caer, pero en el momento mismo en que recobré mi equilibrio, teniendo agarrado al hombre por la nuca justo delante de mí, agarré mi ejemplar de Las flores del mal y le golpeé en la cabeza con todas mis fuerzas.
Definitivamente, este asunto me está volviendo loco, pero se lo merecía, intentaba escapar cuando podría revelarme datos sobre un negocio importante, sobre un asunto que había llevado a un lugarteniente de la Guardia Civil a morir de una forma inusitadamente cruel.
En cuanto recibió el impacto de dejó caer al suelo, boca abajo. Le di la vuelta con el pie, con desprecio, y volví a ordenarle que comenzase a revelar toda la información de la que disponía, pero en este caso añadí que las cosas, de no colaborar, se iban a poner muy feas.
-Vale, vale, no sé casi nada, lo juro-miraba hacia mí d reojo, estaba realmente aterrorizado, parecía que las lágrimas estaban a punto de saltar en todo momento de sus ojos-, estaba esperando en la puerta del local, antes de entrar, quería fumar un cigarro al aire libre antes de encerrarme, y entonces vi a ese hombre hablar con otro, entre las sombras, parecían no querer que nadie les escuchase.
-¿Cómo era el otro hombre? ¿Dijo su nombre?-estaba impaciente.
-No, no lo dijo, de verdad, pero era alto, muy alto, con el pelo rubio y largo, apenas le veía la cara porque la noche era muy oscura y ellos estaba muy bien escondidos.
-De acuerdo, y qué fue lo que escuchaste, dímelo.
-Escuché que la entrega se iba a realizar en lo alto del mirador, como siempre, escuché que sería ayer donde Robinson Crusoe encontraría su tesoro. Sé que suena absurdo, pero me pareció muy divertido, muy emocionante, es por eso que después espiaba los movimientos del hombre en La Góndola.
-Más te vale decirme todo lo que sabes-mientras pronunciaba estas palabras, le amenacé con el libro.
-Vale, vale, dijeron que el martes habría otro envío, y ahí pareció que el hombre bajo, el que murió, se enfadaba y decía que no sería prudente volver a actuar tan rápido.
Y ahí estaba un probable móvil de asesinato, ahí estaba lo que podía dar nuevo aire a mi búsqueda de información. Salí rápido de la habitación con una disculpa por bandera. Eran daños colaterales, me había pasado, pero las circunstancias así lo requería. Maldita sea, lo cierto es que me siento culpable. Me siento culpable, y siento que necesito hablar con alguien, Andrea sigue desaparecida, no tengo forma de localizar a ningún familiar suyo, su móvil está totalmente inactivo...
-¿Aurora?-le dije, en cuanto ella respondió al teléfono.
-Dime.
-Creo que voy a necesitar tu ayuda, podrías verme esta noche y te explico algo que debo hacer para esclarecer las circunstancias de la muerte de mi padre.
-Pásate a la salida del trabajo, ya hablaremos-parecía nerviosa.
-Así lo haré, gracias, y si después de que te lo explique no quieres participar de ello, lo entenderé.
Colgamos sin decirnos nada más, tal vez no estaba preparada para que le pidiese ayuda en un caso así, tal vez estoy exigiendo demasiado a alguien que en realidad no podría hacer nada mejor que mantenerse al margen y no salir salpicada de los acontecimientos que están teniendo lugar en estpos días salidos del infierno.
Da igual, da igual, lo único cierto, es que esta noche podremos inspeccionar el lugar al que Robinson Crusoe debe ir en busca de su tesoro, lo cierto es que en pocas horas, tal vez la identidad del asesino haya salido a la luz...en conjunto con la certeza de que mi padre participaba en una operación de tráfico de drogas. Ojalá todo se aclare, y para bien, tengo que recordar...

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