Estáis ante un pequeño rincón que trata de ser literario, aunque a día de hoy sea difícil trazar la línea entre la basura y la literatura, es vuestro el deber de juzgar

martes, 4 de enero de 2011

Capítulo 1: Así podría empezar una historia

El sonido líquido del whisky deslizándose entre los hielos fue el preludio de sus primeras oraciones. No le estaba rezando a ningún señor, simplemente, estaba frente a la pantalla brillante, cegadora de su ordenador. Alrededor el silencio y la oscuridad de una casa en la que todos duermen. Nada mejor que eso para convertirse en quien deseaba ser, aunque solo fuese de forma ficticia. La visita de su hermano no le apartó de sus pensamientos, solo fue un impás que quebró el ritmo del tecleo. Parece que el tiempo transcurre de forma extraña, como un borrón en una vida vacía. Son solo sensaciones y lo sabe, las sensaciones del que cuando está en soledad se da cuenta de hacia dónde se dirije su vida y no está orgulloso de ello.

Enciende el cigarro que previamente había liado, tiene gusto por el tabaco de liar, ya que al ser más barato le permite matarse más rápidamente, siendo la cantidad lo importante. Un nuevo trago de whisky le inspira y le hace continuar con una labor que sabe perdida de antemano. Piensa en la chica de lejos con la que se comunica y que en cierto modo le recuerda lo que no es capaz de ser. Sus ojos castaños, lejanos, son como gotas de un líquido del que desea emborracharse visualmente, y en cambio, está convencido de que pronto lo olvidará. Esa excitación sobreactuada, casi teatral, que siempre muestra con las mujeres nuevas en su vida, triste esclavo del capricho.

Parece que el tónco revitalizante empieza a hacer eecto, y ahora no desea escribir, desea vvir, es a esta tarea a la que se encomienda. Decide que antes de salir de casa lo mejor sería ponerse algo encima de los calzoncillos que dejan ver todas sus piernas de vello y palidez. El camino por el angosto pasillo de su piso le lleva más tiempo del que debería, ya que el ritmo de aquel que no desea hacer ruido es siempre más lento. Pero consigue llegar a su habitación sin escuchar ningún murmullo procedente de la de sus padres; en el fondo es solo un joven mantenido que no sabe muy bien cómo convertirse en el protagonista de su insulsa historia vital.

Como si de una serpiente se tratase repta entre los vaqueros raídos que le acompañarán en la noche más importante de su vida, irá al encuentro de la vida nocturna, tal vez sea esta la que deba darle nuesvas perspectivas a su carrera como ser humano, quién sabe, tal vez incluso folle. Esas son las preocupaciones de un joven malcriado, casi imberbe y que quiere escribir la obra maestra de todos los tiempos, obra que ni existe ni existirá, pero a la que todos debemos siempre aspirar.


Vuelve a atravesar el pasillo de los silencios rotos, y lo rompe con el crujido de la madera bajo sus pies. No es gran cosa, pero consigue este suceso que detenga su marcha un instante, con cara de haber cometido un delito imperdonable, y continúa caminando, como si se tratara de una misión a vida o muerte. No deja una nota, espera llegar a tiempo de no ver levantarse a sus padres, y así no tendrá que crear ninguna preocupación en unos progenitores que no merecen tal hijo, un desheredado de la lógica.

Su objetivo no está muy claro, pero en cuanto pone el pie en la calle ya lo tiene decidido, les cuesta mucho a los de corta edad tomar decisiones trascendentales, de eso no hay duda. No es consciente siquiera de llevar el vaso de Ballantines en sus manos, qué más dará, las explicaciones no importan, y cuando sus padres noten la desaparición habrá ya un millón de explicaciones lógicas para la desgracia. En fin...sus pasos presurosos resuenan en las calles de una ciudad desierta, es lo malo de vivir en las afueras, pero como gusta de pasear y es una persona cargada de impaciencia, no le molesta caminar largo tiempo a paso apresurado.

Las farolas son para él como guías que le mantienen en la acera, tan obnubilado está su juicio que apenas se da cuenta cuando al cruzar la calle no pasa ningún coche, debiera extrañarle que nadie le pitase ni lanzase gritos airados por su imprudencia, pero no le importa, a quién le importaría, siendo adolescente y estando en esos momentos de crisis en que el mundo parece a punto de acabarse. Por suerte para él el Sol iluminará aún muchas veces la faz de una Tierra devastada y conquistada por una especie cuyo único interés es la supremacía sobre aquellos que también buscan la supremacía, búsqueda infructuosa y patética.

El objetivo tan buscado es, nada más y nada menos que la recurrencia arbolada de un parque, lugar de encuentro, lugar de drogadicción y, por supuesto, de sucesos fortuitos de esos que marcan vidas propias y ajenas. Lo cierto es que el alcohol y la frustración eran una combinación nefasta, en este y en cualquier mundo, y debió imaginar antes de salir de casa que la relajación debería ser su objetivo, y no la exhaltación de su ser. Pero no, lo que hizo fue comenzar a correr, un trote ligero con el que sentirse a gusto, liberar las energías de las que apenas disponía pero que le estaban amargando la existencia, y así se pone a correr el joven. Le llaman Néstor, ese es su nombre, y Néstor corre entre los árboles, sin ánimo de hacer ejercicio, sin ánimo de liberar tensiones, solo corre porque lo necesita, porque siente la tentación de golpear algo y correr es una solución perfecta para ese mal.

Un mal que pronto desemboca en peor. Corriendo como se encuentra entre los árboles, de pronto desemboca el antihéroe de esta historia en el peor lugar en que podría hacerlo, delante de un miembro de esa tribu urbana conocida por todos y con una actitud verdaderamente beligerante, por si fuera poco se encuentra este en presencia de su novia.La peor idea que se le podría ocurrir a nuestro protagonista sería...

Cuando pasa junto a ellos se queda analizando..."Menudos ojazos...verdes, grandes, intensos, no sé qué estará haciendo con este matao, pero desde luego estrá mejor conmigo, sobre todo con esas razones...debería pararme? o sería bronca asegurada? no sé...creo que me pararé..." Pero no hizo falta que él se parase, pues ya recibió un claro mensaje de su viril rival.Un hombro en medio del camino y casi se cae nuestro bienamado Néstor. Ya no queda alternativa, ahora debe quedarse a mantener una metafísica conversación con el individuo en cuestión.

-Ni se te ocurra seguir mirando así a mi novia.

-Miraré a quien quiera como quiera, para eso tengo ojos.

Para aquellos que con esta sarta de estupideces estén tentados de dejar de leer, les pido por favor que lo hagan, pues escribo sobre la estupidez humana, y aunque más tarde se cargará esta historia de contenidos más profundos, no dejarán de ser tonterías dignas de un homo erectus con complejo de literato.

Volviendo a la trama de este ridículo comienzo de historia, diré que a cualquiera le avergonzaría la reacción del joven defensor de su novia, pero ante la falta de respuesta a la clarividente dialéctica de su rival, solo se le ocurre una praxis, sltar un puñetazo directamente al estómago de Néstor, que con dificultades no vomita entre los jadeos de su anterior carrera. Con la mirada cargada de furia, resiste escupir sangre contra los árboles que le rodean, y en ese plácido lugar de visita de domingueros, responde con fuerza, con un directo a la nariz del defensor de inocentes novias florero.

No recibe el golpe como le gustaría el actual agredido, y pese a que está a punto de esquivarlo, media mandíbula siente el impacto y el dolor resulta insoportable. Una gota de sangre moja su labio, y sin tiempo a reaccionar, recibe un segundo golpe. La chica, incrédula y en actitud tácita, se queda simplemente observando cómo su pareja recibe un brutal puñetazo en la nariz, y cómo sus ojos se quedan en blanco y cae al suelo.

Qué haces, qué haces, son las palabras que se escuchan, la voz aguda de la rubia que corre desconsolada a ayudar a su novío, pero al. Ver el fuego en los ojos del asaltante se para. No puede evitarlo, ese halo magnético alrededor de la mirada del joven, un encanto msterioso y violento que no puede evitar apreciar. Está junto a aquel a quien finge amar con todas sus fuerzas, pero no es capaz de reprimir cierta atracción hacia el que lo acaba de apalear.

Por la mente de Néstor, en cambio, los pensamientos que fluyen son otros, acaba de darse cuenta de a quién le acaba de pegar. No es que sea un pensamiento especialmente agradable, pero si necesario, ya que aquel al. Que acaba de golpear no es otro que el maior traficante de la ciudad, Mesías, le llaman. No son buenas noticias, en absoluto, pero...quién sabe, ya que la pierna está metida en el barro hasta el fondo, tentará más la suerte. Y se acerca a la múchacha, indefensa, sin saber qué hacer, sumida en el dilema de atender o ser atendida. Es el joven el que toma la decisión por élla, y tras asirla fuertemente por los hombros y levantarla hasta su altura, la besa profundamente en los labios. Élla se deja vesar, anonadada, sabiendo que la situación en que se encuentran es peligrosa, y lo aparta de su lado.

-Vete, vete y no vuelvas, por Díos, cambia de aspecto, pero no dejes que te maten.

Esas palabras cobran fuerza en la mente de Néstor y convierten su corazón en el de un colibrí, ya se da cuenta de lo peligroso que ha sido pegar a un hombre peligroso, joven, estúpido, pero peligroso, y ahora no le queda otro remedio, vuelve a trotar, pero esta vez no trota por liberarse, trota por su vida, debe alejarse de los grandes ojos verdes y de la sangre, o será su líquido primordial el que corra entre los árboles del parque de domingueros.

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