Estáis ante un pequeño rincón que trata de ser literario, aunque a día de hoy sea difícil trazar la línea entre la basura y la literatura, es vuestro el deber de juzgar

domingo, 16 de enero de 2011

Capítulo 6: La frustración del voyeur

RalSimón es consciente de que ha conseguido generar fascinación en la mente de su tío, como mínimo una curiosidad atronadora, como si de Alicia explorando su mundo de las maravillas se tratara. Profesor de literatura, es un gran aficionado a los casos perdidos y a aquellos que podrían ser genios y no son más que idiotas. Busca eternamente al que consiga equilibrar creación y vida, aún no lo ha encontrado.

Tantas películas le recuerdan a esta situación, pero no quiere pensar en ellos, intenta penetrar las mentes de sus interlocutores, pero están hablando un idioma que no le interesa, sentados cada uno en uno de los sillones individuales de su salón, parecen estar a gusto, Gabriel cuenta la historia de su vida, cómo se llama Gabriel Néstor, y en ocasiones se siente uno y en ocasiones otro. Se cree un creador, un creador con posibilidades de triunfar, y relata entonces por qué su falta de inspiración le condujera a llevar a cabo actos...desaconsejables.

Ramiro es un buen oyente, atento, con asentimientos en su justa medida, una mirada penetrante y da siempre la sensación de entenderlo todo, una actitud forjada, probablemente, a base de años aguantando los discursos de adolescentes con aires de grandeza, dándoles ánimo para conservar los aires y mejorar el fondo.

Para él no resulta interesante una conversación en que no aparece ese Stanley, con odiseas por el espacio y ultraviolencia repartida en tantos años de carrera. No le gusta una conversación en que no se siente quien de participar, él que normalmente intenta dejar su sello en cuanto otra persona abre la boca, pero no es la vida del cinéfilo una vida participativa, sino más bien digna de un voyeur. Y no quiere ser Simón el que rompa el tópico, le gustan demasiado los tópicos.

El relato de su protegido ha durado más de una hora, y para Simón no ha sido más tiempo que el que le ha costado repasar el argumento de Blade Runner, película genial donde las haya, con una ambientación elaboradísima y aun encima, con el mejor monólogo final que había escuchado en su vida. Un repaso más interesante el de los replicantes que el de Gabriel, Néstor, o como se llamase. Aunque sigue teniendo curiosidad por adentrarse en la madriguera de conejo, se arrepiente en cierta medida de haber metido tanto ajetreo en su vida.

Alguien llama al timbre. A Ramiro se le ilumina la sonrisa, ese alumno del que había hablado, debe ser él. Y simón se levanta, secundario como nunca lo había sido, y abre el portal desde la cocina. Después deja la puerta del piso entreabierta y, como si volviese a sumirse en las sombras, se sienta y queda en silencio. Para él ya no es la situación más que un engorro, querría estar viendo ya una película del Dogma 95, es el momento perfecto, un momento de especial vitalismo y veracidad, pero...le gustaría darse cuenta de que por muy realista que resulte el Dogma 95, lo es más lo que tiene delante.

Aparece el cándido Bastián, parece un personaje sacado de Van Sant, retraído, adolescente en su más puro estado, una hipérbole de la paranoia y la hormonación, cabizbajo, con un deje de mártir por vivir. Saluda con un gesto y se acerca a Ramiro, cobijándose en la única persona a la que conoce en la sala.

-Bienvenido, Bastián- el tío de Simón le saluda con una sonrisa muy marcada, está en su ambiente-, te presento a mi sobrino, Simón, y este de aquí es Gabriel, el chico del que te hablé.

Tras la necesaria dosis de presentaciones y estrechamientos de manos ajenas y propias, es el momento de sentarse a charlas, Bastián toma sitio en una butaca de madera con los ribetes del cojín azulado cayendo a cada lado. A simón le gustaría ofrecer asientos más cómodos, pero eso es un piso de estudiantes, qué coño, no le pueden pedir más. Y es el momento de que su histriónico tío lleve a cabo su presentación.

-Cuando Simón me llamo no estaba muy seguro de qué tipo de ayuda me pedía, la situación de Gabriel requeriría más la intervención de la policía que la mía, pero después de describirme al personaje del que me hablaba, me di cuenta de que lo que más necesita son unas clases de vida y literatura, una enseñanza de liberaciones y moderación.
Sino me equivoco, la escritura es para ti la mayor de las liberaciones, Bastián, así que tu puedes ser el maestro de escrituras, mientras aprendes de alguien que lleva a cabo todo lo que tu no te atreves a hacer. Es como si tú escribieses todo lo que Gabriel no puede mientras él vive las vidas de los dos, tenéis que aprender a compensar vuestras existencias, y es por eso que os conocéis, por eso es que estáis aquí.

Caras de póker, y envidia de Gabriel por Bastián y su creación, y de Bastián por la capacidad vital de Gabriel. Simón les mira con desprecio, siempre anhelando lo que otros tienen, si fuesen como él, capaz de extraer toda enseñanza que el cine le pueda acercar. Y aún así hay algo que le inquieta de los dos que tiene delante, como si su situación fuese la peor y necesitase aprender de ambos, dejar atrás esa pose pseudodivina que se ha forjado a base de metrajes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario